Sábado, 12 de Julio de 2025
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EL PADRE CANECIN TRABAJARA JUNTO A MONSEÑOR FAIFER
Peregrinando a Itatí comenzó a transitar el camino que lo condujo al Obispado
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Miércoles, 25 de marzo de 2015

Sus antepasados italianos fueron los primeros pobladores de Formosa. El nació y se crió en colonia San Antonio. Hace 27 fue consagrado sacerdote y desde hoy será el obispo coadjutor de la Diócesis de Goya. Admite que su nuevo rol implica una gran responsabilidad pero “el Señor es fiel, no me va a faltar su ayuda”, afirmó y subrayó que espera contribuir al trabajo que ya viene realizando la Iglesia.



Adolfo Canecín es el primer sacerdote de Formosa que es nombrado obispo. Desde hoy y hasta septiembre ejercerá en la Diócesis de Goya como coadjutor de monseñor Ricardo Faifer, a quien luego sucederá en ese rol. Horas antes de ser consagrado, en diálogo con El Litoral recordó las distintas etapas de su vida en la que fue transitando el camino espiritual. Asegura que ahora asume nuevas responsabilidades que confía en que podrá cumplirlas con la ayuda de Jesús. Agradeció el recibimiento de toda la feligresía y aclaró que viene a sumarse al trabajo que ya vienen realizando en las iglesias correntinas.
“Cuando suelen preguntarme: padre, ¿cómo lo llamó Dios?, les respondo que El se vale de muchas cosas. A mí por ejemplo, me llamó -entre otras cosas- a través de la necesidad porque junto a otros jóvenes trabajaba mucho en la parroquia y hacíamos muchos encuentros, pastorales juveniles y vocacionales. Y veíamos que era poca la respuesta. Hasta que un día me pregunté y por qué yo no”, contó Canecín. Así comenzó a desandar un camino que lo llevó a los 22 años a tomar la decisión de ingresar al Seminario Mayor Nuestra Señora de la Merced y San José, de la Arquidiócesis de Tucumán.
Sin embargo, llegar allí para su formación eclesiástica fue el resultado de un proceso que considera había comenzado hace mucho tiempo.
“Me crié en una familia numerosa, muy religiosa y cristiana. Ellos me educaron en la escuela del trabajo y también de la disciplina”, rememoró y luego comentó que su padre se llamaba Pedro y era descendiente de italianos. “De los primeros pobladores de Formosa que llegaron en 1879 y precisamente mi abuelo paterno fue el primer Canecín que nació en esa provincia, en 1880. También mi mamá Carmen que era catequista, provenía de una familia de inmigrantes, su apellido era Zanín”, precisó.
“Ellos ya están viviendo en el cielo. Ahora, para compartir este momento especial en el camino del Señor, vienen a Goya mis hermanos Antonia, Afredo, Omar y Sergio”, afirmó Canecín, quien señaló que la primera vez que expresó la posibilidad de ser sacerdote fue en la adolescencia.
Junto a otros chicos estaba reunido en la parroquia cuando le preguntaron qué querían ser cuando fueran grandes. “Dije: y bueno si Dios me llama a ser sacerdote yo estoy disponible para aceptar eso. Eso fue algo incipiente que con el paso de los años fue madurando”, indicó, al mismo tiempo acotó que recuerda con cariño a los sacerdotes que fueron parte de esa etapa de su vida, entre ellos, el padre Aldo Nucifora.
Precisamente, por las enseñanzas recibidas en su hogar y en la iglesia a la que asistía, siempre estuvo ligado a la actividad religiosa. Participaba siempre de alguna forma. Y fue así que en 1979 participó de la primera peregrinación de jóvenes del Nordeste Argentino a Itatí. Experiencia que al año siguiente decidió repetir pero ya con un propósito especial. “Cuando iba de camino le pedí a la Virgen que me ayudara a discernir para tomar una decisión porque en mi corazón sentía eso de ser sacerdote”, afirmó Canecín. Tomar una decisión no era sencillo. En aquellos tiempos trabajaba como técnico electromecánico -oficio que había aprendido en el colegio secundario- estaba junto a su familia, integraba un grupo de jóvenes de la parroquia San Miguel y hasta ya llevaba un noviazgo de tres años.
Sin embargo, en aquel viaje recibió una respuesta y a su regreso, tomó una decisión que luego fue comunicandole a sus seres queridos. Comenzaba el camino del sacerdocio.

Primer paso
“El 3 de diciembre de ese mismo año, 1980, entré a un centro vocacional en Formosa con quien ahora es nuestro actual obispo José Conejero. Creamos ese espacio y en el ‘81, ingresamos al Seminario de Tucumán, del cual egresé en 1987 y al año siguiente me consagré sacerdote un 25 de marzo, el día en que cumplía 30 años. Y ahora, Dios mediante, en mi cumpleaños me consagro como Obispo”, subrayó el padre Canecín. Además señaló que pasaron varias décadas de aquellos primeros pasos y -asegura- está contento porque “Dios tuvo este detalle de amor para conmigo porque aún conociendo mi debilidad, fragilidad y mis pecados, que no son pocos, me llamó para estar más íntimamente unido a él en este servicio del Episcopado. Hay que tener en cuenta que ser obispo es un servicio. Uno tiene que despojarse aún más de muchas cosas para ser un padre, amigo y hermano de cada sacerdote, de cada diácono, de cada consagrado. Entonces se acrecienta la posibilidad de servir pero también de tener problemas, dificultades”.
No obstante, aseveró que confía en el Señor, “porque desde el 9 de diciembre del año pasado que se hizo público mi nombramiento, tengo mucha paz en mi corazón. El Señor es fiel, no me va a faltar su ayuda”, concluyó.
Cynthia Casco


Miércoles, 25 de marzo de 2015

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