Se trata de 19 familias instaladas sobre Los Matacos entre las calles Santa Catalina y Paisandú. Carecen de servicio de luz, agua y cloaca. Afirman que les gustaría mejorar para “vivir tranquilos” y sin temor a un desalojo masivo.
Hace cerca de 9 meses que unas 19 familias ocupan la manzana ubicada sobre Los Matacos entre Santa Catalina y Paisandú y habían tomado la fuerte decisión de ocupar el espacio fiscal motivados por la necesidad de una vivienda digna. Al observar cómo los vecinos del barrio Virgen de los Dolores concretaron el apoyo legislativo y de autoridades para obtener título del lote (ver recuadro), aseguran que también aspiran a regularizar su situación para tener una mejor calidad de vida.
Hace unos 15 días atrás la Cámara baja aprobó una resolución para que el Estado accione medidas para regularizar asentamientos en el San Antonio y Virgen de los Dolores.
En el primer sector está en tratativas el otorgamiento de las tierras a unas 40 familias que se instalaron hace casi un mes en un terreno perteneciente al Sindicato de Correos (ver recuadro), sin embargo aún no fue resuelta la situación de las familias asentadas por Los Matacos entre Santa Catalina y Paisandú.
“Ya que el Estado no avanza en la construcción de viviendas en medio del déficit habitacional, que por lo menos haga el esfuerzo de mejorar las condiciones de los vecinos, que encima de no poder gozar de un derecho constitucional están expuestos a desalojos”, había dicho a época días atrás la diputada Sonia López, autora de la resolución aprobada en Diputados.
Aunque precarias, muchos de los vecinos asentados sobre Los Matacacos avanzaron en la edificación de casas de material, en tanto otros continúan con las casillas a base de chapas de cartón dado que tienen dificultad para juntar dinero; en ese contexto aseguran que si bien tienen el respaldo municipal, apuntan a resolver el tema del título “para vivir tranquilos”.
“La cloaca ya está acá en la esquina y el agua también; la verdad es que necesitamos el servicio, a pesar de lo poco que ganamos, podríamos pagar para mejorar nuestra calidad de vida”, dijo a época Estela Fernández, asentada en la zona.
La mujer es empleada doméstica y su marido hace changas de obras para la construcción. Actualmente está embarazada y dice vivir intranquila. “Tenemos que estar todo el día acá, por temor a que nos echen o porque alguien puede venir a usurpar nuestro lugar”, dijo.
Martes, 26 de junio de 2012