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"EMPECE JUGANDO Y ACA ESTOY"
Sebastián Estevanez habló de sus inicios
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Miércoles, 6 de junio de 2012

Sebastián Estevanez charló mano a mano con Teté Coustarot para el semanario Democracia. El protagonista de "Dulce Amor" habló de sus inicios, cómo fue que pasó de ser verdulero al galán de moda y de su hermosa familia imperdible.


Sebastián Estevanez, el galán de “Dulce amor”, dialogó con Teté Coustarot para Democracia.

Más allá del gran momento que está atravesando –el mejor de su vida, según él– no se olvida de su humilde procedencia y de ponderar el esfuerzo como clave en el éxito profesional.

Quien ahora le da vida a Marcos Guerrero, fue empleado de verdulería, peón en taller de chapa y pintura y boletero en un teatro, hasta que logró ser actor. Aquellos pasos lo llevaron hoy a ser un orgulloso padre de familia, la cual formó junto a la modelo Ivana Saccani. Francesca y Benicio, de cuatro y dos años respectivamente, son el fruto de esa unión que ya lleva diez años.

– ¿Soñabas con una familia cuando eras más chico? – Sí, soñaba con lo que me está pasando. No tanto con la parte laboral, porque no sabía bien qué iba a hacer de mi vida; arranqué tarde a laburar, a los 22 años más o menos. Estaba muy vinculado con el teatro, no tanto con la televisión, pero sí con el ambiente. Nunca pensé que iba a terminar trabajando como actor. Empecé como jugando, me empezó a gustar, y acá estoy.

- ¿En qué momento sentiste que todo ese mundo no era demasiado para vos y te largaste?– Arnaldo André fue quien me empujó. Acá en Pampa se grababa una novela que se llamaba “Gino”, que se veía por el 13. Yo trabajaba como utilero. Iba al Mercado Central, compraba toda la fruta y la verdura, armaba la verdulería; me tenía que levantar temprano. A veces ni siquiera volvía a mi casa y me quedaba a dormir acá en los decorados. Un día me dijeron que por qué no hacía en la novela lo que hacía en la vida real, porque había un personaje que era el ayudante de Arnaldo en la verdulería. Un día Arnaldo me dice: “Dame la posibilidad de probar una escena con vos”. “¿Y si me río?, le digo. “Si te reís, te reís; no tiene nada de malo”, me contestó. Hicimos la escena en la puerta del mercado de acá de Beccar, en el camión que yo manejaba. La escena quedó natural porque era lo que yo venía haciendo. Al tiempo empecé a estudiar... Desde ese momento no paré más.

La nota completa en la edición impresa de Democracia, el semanario del Grupo Crónica que ya está en todos los kioscos.


Miércoles, 6 de junio de 2012

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