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EN SU MENSAJE ESCRITO PARA LOS PEREGRINOS
Stanovnik alertó que promover el vivir sin trabajar no busca el bien de las personas
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Martes, 6 de agosto de 2013


Aunque tenía previsto caminar y presidir la misa, por un estado gripal, el Arzobispo no participó de la peregrinación a San Cayetano. La homilía que preparó fue leída por el párroco durante la misa celebrada por la mañana.


Entre otras cosas, dijo que cuando los intereses se colocan por encima de la gente, hay trabajo esclavo, empleo sin salud y seguridad, remuneración insuficiente y políticas que promueven vivir sin trabajar.

Cientos de trabajadores, algunos nucleados en distintos sindicatos, participaron ayer de la peregrinación que se realiza desde hace más de dos décadas al santuario de San Cayetano en vísperas de su fiesta litúrgica. Este año se adelantó por las elecciones primarias. Aunque tenía previsto caminar y presidir la misa, el arzobispo, monseñor Andrés Stanovnik, por un estado gripal, no participó de la caminata. La homilía que preparó fue leída por el párroco. En su mensaje alertó acerca de que cuando los intereses se colocan por encima del bien de las personas, hay trabajo esclavo, empleo sin condiciones de salud y seguridad, remuneración insuficiente e injusta, y unas políticas que promueven vivir sin trabajar. Pidió también para que el pan en la mesa de todos sea el suficiente, sobre todo para satisfacer la nutrición básica de los niños.
El padre Rubén Darío Valenzuela presidió la misa de las 11, oficiada especialmente para los trabajadores que caminaron hasta el santuario. Como homilía, leyó el mensaje que el Arzobispo había escrito para pronunciarlo él.
El texto comenzó destacando “la presencia de peregrinos que llegan desde diversos lugares de la ciudad y de los entornos para agradecer su intercesión por el pan y el trabajo, para suplicarle por aquellas personas y familias a las que no llega el pan o éste es insuficiente, sobre todo cuando se trata de que alcance para satisfacer la nutrición básica de nuestros niños”. Además, menciona entre las plegarias habituales, “aquellas en las que se pide por un trabajo digno, un trabajo que nos ayude a crecer como personas y como cristianos, nos haga más solidarios unos con otros”.

Porvenir sólo material
Haciendo referencia a la lectura del evangelio, explicó que “el hombre de la parábola, decidió instalarse en la riqueza que había acumulado a lo largo de los años, pero se equivocó. El grave error que cometió ese hombre fue pensar que asegurándose un porvenir material iba a disfrutar de una vida tranquila y placentera”. Luego recordó que “la Palabra de Dios nos advierte que la vida no se puede asegurar con las riquezas”. Destacó que esta historia fue contada por “Jesús, el hijo del carpintero. El tenía experiencia de trabajo y de ganancias, de previsión y de gastos, y que vino para enseñarnos el sentido que tiene la actividad humana y para qué debe servir el producto de nuestro esfuerzo”.
Retomando el ejemplo del hombre rico, el Arzobispo mencionó: “No pensemos solo en el que tiene mucho, sino también en el que tiene poco y se desespera por tener más solo para tener más. Una persona que vive motivada sólo por el dinero y las cosas materiales, tarde o temprano arruina su vida”.

Valor a las cosas correctas
Monseñor interpretó del texto evangélico que “el modo malsano de tratar las cosas, ya se trate de dinero, de bienes, de poder; o del alcohol, la droga, el sexo, conduce a las personas a un grave desequilibrio espiritual, y con frecuencia también a la destrucción física de sus cuerpos. Además del daño que se ocasionan a sí mismos, producen un enorme perjuicio a su alrededor”. E identificó a este tipo de personas entre aquellas “adictas al juego, al alcohol o a la droga, y que tenga a cargo una familia; o, un funcionario público, adicto al poder, cuya responsabilidad debería conducirlo a utilizar el poder para el servicio al bien de la gente; o un empresario o ganadero, cuya única preocupación fuera hacer plata o agrandar los campos”.
Aseguró, “el que amontona por amontonar, contagia esa enfermedad a los demás. Hay padres de familia que vivieron movidos sólo por la codicia de acumular riquezas y que luego sus hijos, con ese mal ejemplo, padecieron el mismo mal. El pecado de la codicia divide, enfrenta y finalmente destruye a sus víctimas”.
Dijo luego monseñor Stanovnik, “Jesús cuenta que ese hombre ‘se preguntaba a sí mismo: ¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha’. Con ese pensamiento dio el primer paso en la dirección equivocada”. Tras lo cual siguió explicando, “ante ese peligro, Jesús pone en alerta a todos los que toman ese rumbo y advierte: ‘Pero Dios le dijo: insensato, esta misma noche vas a morir’. Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios’. Por eso, el papa Francisco es contundente cuando afirma que ‘el dinero debe servir, no gobernar’. Cuando los intereses se colocan por encima del bien de las personas, tenemos el trabajo esclavo, el empleo sin las condiciones adecuadas para la salud y la seguridad del trabajador, una remuneración insuficiente e injusta, y unas políticas que promueven vivir sin trabajar, un mal que se ha propagado y está provocando un enorme daño en la sociedad”.

Diálogo y encuentro
Stanovnik bregó por el diálogo.
“Pongamos atención en las palabras que dirigió el papa Francisco durante los días que estuvo en la Jornada Mundial de la Juventud, en Brasil. ‘Cuando los líderes de los diferentes sectores me piden un consejo, mi respuesta es siempre la misma: diálogo, diálogo, diálogo. El único modo de que una persona, una familia, una sociedad, crezca; la única manera de que la vida de los pueblos avance, es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar, y todos pueden recibir algo bueno a cambio’. El otro siempre tiene algo que darme cuando sabemos acercarnos a él con actitud abierta y disponible, sin prejuicios”. A modo de plegaria, cerró su mensaje diciendo: “Además de agradecer el pan y el trabajo, y de pedirlo para los que no lo tienen, pidamos a Dios, por intercesión de nuestro querido San Cayetano, que nos dé la gracia del diálogo y nos enseñe a promover la cultura del encuentro, en el matrimonio y la familia, en nuestras instituciones barriales, en la escuela y en la parroquia, en los clubes, en el ámbito del quehacer político y, sobre todo, en este tiempo que resta de la campaña electoral”.


Martes, 6 de agosto de 2013

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