La relocalización de familias que habitaban los barrios Arazaty y Caridi, desnudó una problemática de planificación. En la esquina de General Paz y costanera “Juan Pablo II”, la familia Aranda resiste a la espera de una respuesta. Futuro incierto.




En la esquina de General Paz y costanera Sur “Juan Pablo II”, aún permanece una familia que no pudo ser relocalizada en las viviendas que se entregaron en los barrios Patono e Independencia.
Se trata de Hugo Aranda, quien quedó en el espacio donde estaba su ca-sa, ya que su apellido no figuraba en el censo que fuera elaborado en su mo-mento por los responsables del Invico.
Hilda Pressman, de la Comisión Provincial de Derechos Humanos, confirmó ayer a este medio que “la familia Aranda continúa allí a la espera de una respuesta, ya que no tienen dónde reubicarlos”.
A su vez, desde la Policía explicaron que los efectivos mantienen una firme custodia para que nadie entre ni salga de allí, mientras que también ratificaron la presencia de estas personas.
El Litoral en su momento tomó contacto con estas personas y pudo advertir que Aranda vive con su esposa que está embarazada y además tiene una pequeña hija.
Luego de que las 65 familias del Arazaty y Caridi fueran llevadas entre el lunes y martes pasado, ellos quedaron porque no aparecían en las planillas.
El hombre explicó que en su momento habían sido censados, pero luego desconocía el motivo por el cual quedaron fuera de la relocalización, aunque admitió que no volvieron a ser consultados por las asistentes sociales.
El futuro de estas personas todavía es incierto y por lo pronto pareciera que no encuentran una respuesta al reclamo puntual del déficit habitacional. Desde el Gobierno provincial se mantienen expectantes, ya que de esta manera no pueden arrancar con las obras viales en ese espacio.






Sábado, 8 de septiembre de 2012