La tradicional celebración en honor al bautista de Jesucristo se arraiga en Corrientes con hábitos donde convergen fuego, oraciones y cánticos.
Ayer, cerca de un centenar de fervientes devotos pasaron por las brasas para reafirmar su creencia.
Frente a una noche fría -que no se hizo sentir tanto como en las conmemoraciones religiosas oficiadas años atrás-, luego de la misa nocturna inició el festival folclórico en honor a San Juan, el patrono de la ciudad.
Mientras, en el escenario dispuesto en el patio de la capilla homónima, se preparaba el festival folclórico por el que pasaron, entre otros, Juan Pedro Sorribes, Juan Manuel Giorda, Los del Interior y cuyo cierre estuvo de la mando del grupo Nendivei.
Momentos antes y, ante una gran convocatoria se realizó la bendición de cirios y el encendido de Las Luminarias al frente del templo. Luminarias que se evidenciaban fuera de las casas camino al templo, ubicado en el corazón del barrio Aldana.
Si bien en la ciudad son candiles adornados, en algunos casos, en la zona rural se acostumbra a fabricar las “lambras” que son una especie de corona de luces de candiles de cebo con mechas de trapos que se colocan sobre los árboles, ornamentados con cáscaras de naranja.
Ya llegando la medianoche se quemaron los muñecos, este año, un poco más alejados de los asistentes. Los siete pecados capitales ardieron frente a una expectante muchedumbre que se dispuso luego a observar el tradicional tatá yehasá (o paso sobre las brasas).
En esta fiesta que relaciona lo pagano con lo religioso, el viejo rito ancestral: el cruce de brasas se convierte en un espectáculo imperdible, por un lado, como en una de las más fervientes muestras de fe, por el otro esto se complementa con juegos y pruebas para prever el futuro, averiguar el nombre del futuro novio o esposo, su oficio, si se tendrá hijos y cuántos, valiéndose de diversos medios, entre ellos el plomo derretido.
El paso sagrado
Instantes luego de la medianoche, más de 80 devotos participaron del “tatá yehasá” que representa una gran prueba de fe ya que el creyente, según dicta el ritual, debe atravesar descalzo sobre un colchón de brasas al rojo vivo. Así lo hicieron cerca de un centenar de personas quienes al momento de pasar por las brasas se persignaban en honor al patrono de la ciudad.
La primera en manifestar su fe inclaudicable fue una mujer en cuyos brazos tenía a una niña, su nieta, por quien habría hecho una promesa. Luego siguieron muchos jóvenes que, con sus calzados en mano jugaban una batalla al candente colchón de brasas. Mientras, a su paso, un fervoroso público los alentaba.
Muchos de los promeseros pasaban varias veces evidenciando tener firme su creencia el santo que los protegía y permitía pasar descalzos las chispas al rojo vivo.
Una muestra de religiosidad que año a año suma adeptos, en esta oportunidad fueron muchas las mujeres que pasaron por el fuego y, también, varios los asistentes de otras partes del mundo quienes se sumaron a este festejo en el populoso barrio Aldana.
Lunes, 25 de junio de 2012