Los agentes de Choele Choel recibieron la máxima pena por el secuestro y la muerte de un trabajador "golondrina"; estarán libres hasta la confirmación del fallo
Gualberto Solano luchó seis años y medio. En ese tiempo abandonó su casa de Tartagal, en Salta, para acampar frente a los juzgados de Choele Choel, Río Negro. Allí se encadenó a las rejas, hizo huelgas de hambre y encabezó marchas. Todo lo hizo en memoria de su hijo. El 3 de abril fue operado de urgencia por una hernia. No logró superarlo y murió. Ayer, en los tribunales de General Roca, todos pensaron en él durante el veredicto que condenó a cadena perpetua a siete policías por el brutal asesinato de Daniel Solano, ocurrido en noviembre de 2011. La familia quedó conforme con la sentencia, pero abandonará la búsqueda del cuerpo de Daniel. El deseo de Gualberto era llevarlo y enterrarlo en su pueblo.
En una sala colmada, con representantes de varias organizaciones sociales y políticas, además de una fuerte custodia policial, el tribunal de la ex-Cámara Criminal II de General Roca leyó el fallo que sentenció a la pena máxima a los policías Sandro Berthe, Pablo Bender, Héctor Martínez, Juan Barrera, Pablo Albarrán Cárcamo, Pablo Quidel y Diego Cuello por el delito de homicidio agravado por alevosía por ser cometido por un funcionario público. A Berthe, Bender y Barrera se los encontró culpables, además, del delito de vejaciones. De todos modos los imputados continuarán en libertad hasta que la condena quede firme porque los jueces consideraron que no existen riesgos de fuga ni de entorpecimiento de la investigación.
Durante la lectura del veredicto, que se extendió por más de cuatro horas, se repasaron los testimonios de los testigos que vieron por última vez a Solano en el boliche Macuba la noche del 4 de noviembre de 2011, luego de un reclamo salarial a Agrocosecha SRL, una empresa que lo había reclutado a mediados de septiembre para trabajar en la temporada de poda, raleo y cosecha de manzanas, compañía que prestaba servicios para la multinacional belga Expofrut SA (ex-Univeg Expofrut SA).
De acuerdo con el relato de los testigos, un grupo de policías sacó a golpes a Solano del local y lo subió a una camioneta de la comisaría de Choele Choel, que partió en dirección a un balneario local.
El tribunal consideró que "no quedaron dudas de que Solano fue muerto" y detalló una serie de elementos que intentaron desviar la atención del caso, como la introducción de "pistas y testimonios falsos", y la presión a testigos para no declarar. "Las coartadas de los acusados no hicieron más que confirmar su responsabilidad", concluyeron los jueces.
"Estamos conformes a medias con el fallo por dos cuestiones. La primera es que no entendemos los motivos por los cuales los policías siguen en libertad, y por otro, el tribunal nos dio a entender que siete policías se juntaron a matar a un joven porque sí, y no dice nada de la responsabilidad de la empresa y el móvil económico del crimen", remarca Leandro Aparicio, quien junto a Sergio Heredia representaron a la familia de la víctima.
La hipótesis de la querella
Según la hipótesis de los abogados, Solano selló su suerte cuando protestó porque en su recibo de sueldo figuraba una cifra más alta. Al comentarlo con sus compañeros descubrió que se trataba de una modalidad habitual, es decir, una estafa sistemática. Solano, siguiendo la línea expuesta por los abogados, fue asesinado por pedido de sus patrones ante el temor de que pudiera organizar un reclamo general.
Con respecto a la desaparición del cuerpo, el tribunal remarcó que no tiene la facultad para juzgarlo porque es un delito que corresponde al fuero federal. La familia Solano insistió en que el cuerpo del trabajador "golondrina" fue arrojado a un antiguo pozo de agua, dentro de los límites de la estancia La Manuela, ubicada a 27 kilómetros del casco urbano de Choele Choel. "Vamos a seguir hasta poder llevar el cuerpo a Salta y enterrarlo junto al padre", prometió Aparicio.
La última vez que Gualberto pidió por su hijo fue el 6 de marzo, durante la tercera audiencia del juicio. La voz delataba que su salud estaba empezando a abandonarlo. "A mi hijo lo mataron por hacer un reclamo", dijo. Después, miró a cada uno de los policías acusados y salió de la sala. No alcanzó a saber que tanta perseverancia derivó en estas condenas.
Jueves, 2 de agosto de 2018