El pueblo de Coatlinchán se organizó contra la violencia narco. Utilizan las campanas de la iglesia para que salgan todos a la calle. “Rateros y extorsionadores. Si los agarramos los linchamos. Sobre aviso no hay engaño”, puede leerse en un muro de la plaza principal de Coatlinchán, en cuyo centro se levanta una réplica de Tláloc, el dios de la lluvia. Este mensaje bárbaro se aplica a los secuestradores, que cuentan con informantes, casas de escondite y tienen amenazados a muchos empresarios del municipio.Sólo hace falta el repique en las campanas de la iglesia para que los pobladores esta ciudad, de 13.000 habitantes, se echen a la calle. La última vez que se oyó ese aviso la gente comenzó a linchar a un ladrón que salvó su vida gracias a la intervención de la policía municipal.
El diario español El País describe que al lado de un negocio de venta de lechones vive el abogado Ignacio Arias. Su hermano Rafael, empresario textil, fue secuestrado en 2008. Apareció muerto un par de días después y le habían aplicado lo que se conoce como la llave china, un tipo de asfixia.
En busca de justicia, Arias comenzó a indagar en el expediente de un caso que parecía iba a quedar en la impunidad por siempre. El 98,5% de los delitos cometidos quedan impunes, según un estudio del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey. “Me dijeron párale. Ya no indagues más. Hay policías implicados. Como sigas, vas a acabar igual”, explicó Arias.
Luego recibió una llamada y alguien con acento norteño le pidió 30.000 pesos a cambio de no raptar a algún miembro de su familia, de quienes dio todo tipo de datos y detalles. Horarios, nombres de sus hijos, matrículas de sus coches. La extorsión duró unos 12 minutos. La conclusión fue un disparo desde el exterior que atravesó una ventana de su casa y se alojó en el techo. Desde entonces guarda un revólver calibre 380 y un rifle del 22 con un alcance de 50 metros. Definitivamente piensa que detrás de todo esto puede estar gente del propio pueblo.
Hartos de estas situaciones, 22 vecinos se han reunido en varias ocasiones en secreto y se han organizado para aplicar tareas de contraespionaje a sus propios secuestradores. En varias fiestas marcaron matrículas de vehículos sospechosos, siguieron el rastro de llamadas y pusieron especial atención a los forasteros. Mantienen el contacto entre sí para revisar detalles y protegerse de la mejor manera. Los encuentros han sido tan sigilosos que la mayoría del pueblo los desconoce.
Sin embargo, aún no ha sido probada su utilidad. En los últimos ocho meses han sido raptados tres vecinos, una cifra alta en relación a la población. Afortunadamente, ellos volvieron a sus casas. Pero el resto vive bajo la amenaza constante.
“El tema de los secuestros y las amenazas por teléfono es el pan de cada día”, resume Iván Romero, de 33 años, cuyo tío, un agricultor llamado Don Julio, estuvo en manos de unos captores durante un mes.
“Estamos registrando índices de secuestros en pequeñas localidades realmente preocupantes. Atemorizan a toda una población”, dice Isabel Miranda de Wallace, de la asociación de ayuda a víctimas Alto al Secuestro.
Eduardo Buendía cree que comenzó a ser objeto de extorsiones el día en el que se compró una camioneta. Lo llamaron y le dijeron que tenían raptada a una de sus vendedoras del puesto de flores que tiene frente al templo. “¡Chinga tu madre!”, les contestó. La descripción que le habían dado era la de una trabajadora que ese día estaba librando.
La creencia sobre que el crimen organizado ronda estos lugares se agravó desde que en mayo la policía preventiva de Texcoco detuvo a ocho supuestos Caballeros Templarios, un grupo narco de Michoacán, en Coatlinchán. “Han intentado establecerse pero el propio rechazo de la comunidad y las labores policiales los ahuyentaron”, cuenta el agente Gabriel, de 26 años, una versión que corrobora su superior Sergio González.
Coatlinchán, que pertenece a Texcoco, es una ciudad del Estado de México, donde los secuestros aumentaron durante los cinco primeros meses de 2013 cerca de un 50%, según la Secretaría de Seguridad Ciudadana.
Viernes, 12 de julio de 2013