No es lo mismo hablar que escucharse uno mismo grabado. No caben dudas de ello. El asunto es averiguar la causa.
No es lo mismo hablar que escucharse a uno mismo. No caben dudas de ello. El asunto es ¿por qué?
Bueno, la respuesta pareciera tenerla la ciencia. Según publicó la revista Muy Interesante en su edición española, el motivo de resulte tan extraña y desconocida nuestra voz en una grabación reside en un conocido fenómeno físico.
En el informe de la publicación se explica que “las ondas sonoras que emitimos al hablar viajan por el aire hasta el micrófono. En este medio, parte de los sonidos de baja frecuencia, generalmente los inferiores a 300 hertzios, se disipan y no llegan al equipo de grabación, lo que ocasiona la pérdida de matices”.
Esa es parte de la explicación. La otra, es que “a esto hay que añadir el hecho de que estamos acostumbrados a oírnos a nosotros mismos de una manera especial. Al hablar, los sonidos se transmiten por los huesos de la cabeza, que hacen las veces de una caja de resonancia. De ahí que percibamos nuestras palabras en tonos más graves que el interlocutor”.
Miércoles, 17 de abril de 2013