En diversos barrios de la capital se pueden observar cómo los focos de desechos se diseminan con el transcurrir del tiempo, afectando el ambiente y perjudicando el bienestar de los vecinos.
Los residuos, basura, desperdicios o desechos, como se los quiera llamar, continúan ganando metros en diferentes puntos de la capital de Corrientes.
Los terrenos baldíos que antes se transformaban rápidamente en concurridos “potreros”, hoy se convirtieron, aún con mayor velocidad, en los tan famosos basurales a cielo abierto.
La imagen es realmente poco alentadora, en muchas esquinas de la ciudad se tiene la misma postal, la de las bolsas de basura acumulándose, formando una montaña de desperdicios que arruina cualquier posible paisaje.
Seguramente hoy, y desde hace ya tiempo, para los vecinos que conviven con esta realidad día a día existen varios responsables, por una parte la débil conciencia de parte de los vecinos y por otra, la escasa y muchas veces inexistente gestión de la Municipalidad para resolver el problema desde su propio seno.
A poco de finalizar el año, el tema urticante de la gestión municipal de Corrientes tiene nombre y apellido, y son los denominados minibasurales. Estos espacios verdes, aunque hoy sería difícil poder aplicarles ese nombre ya que de verde no tienen nada, son del color blanco de las bolsitas de supermercados, del color marrón de las cajas y cartones, o de una paleta de colores más amplia provenientes de diferentes desechos que arroja la gente sin ningún tipo de escrúpulos.
La empresa Lusa, contratada por Carlos Espínola por un importe de 21 millones de pesos, según el propuesto 2012, no trajo solución al problema como se había planteado el jefe comunal.
Desde diferentes barrios de la ciudad, los habitantes elevan sus quejas y pedidos a la Municipalidad para que actúe de inmediato con el saneamiento y control de estos sitios, sin obtener aún ninguna respuesta.
Con la llegada de la temporada veraniega estos lugares, los minibasurales, son sin duda lugares propicios para la presencia de los vectores transmisores de enfermedades como es el caso del dengue o la leishmaniasis, y esto es un tema aún más delicado que sólo el mal olor o la cuestión meramente paisajística.
A escasos días de finalizar 2012, el problema de la basura y los basurales a cielo abierto parecen tener todavía protagonismo absoluto en algunos capítulos más del libro de los problemas que afectan a los vecinos de esta ciudad.
Viernes, 28 de diciembre de 2012