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¿Sos adicto al sexo?
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Jueves, 25 de octubre de 2012

Algunas personas experimentan un deseo pulsional y libidinoso que trasciende la media normal. Es factible en estos casos hablar de "adicción al sexo". Al 45% de los varones y 23% de las mujeres les gustaría practicar más sexo.


Si sos de los que o de las que no pueden parar de tener relaciones sexuales, quizás te sirva este informe donde se describen uno a uno los síntomas de ha dado en llamarse "adicción al sexo".

El primero en describir la adicción sexual fue el psiquiatra norteamericano Patrick Carnes en 1992 en su libro Out of the shadows: “Igual que un alcohólico incapaz de parar de beber, el sexoadicto no puede frenar su conducta sexual autodestructiva, a pesar de las rupturas familiares, los desastres financieros, la pérdida del empleo y otros riesgos que su conducta pueda acarrear”.

Esa línea que torna el deseo en trastorno y el sexo en patología la han cruzado, solo en Estados Unidos, entre 17 y 37 millones de personas. Y alrededor de un 6% de la población mundial.

El cálculo no parece tan exagerado si nos atenemos a un preocupante dato que arroja la última Encuesta Nacional de Salud Sexual y que podría ser uno de los semilleros de este trastorno: al 45% de los varones y 23% de las mujeres les gustaría practicar más sexo.

El Informe Pfizer desvela la mayor preocupación sexual de los españoles: una ansiedad sexual que les provoca sufrimiento.

Y del ansia pasa a la obsesión. Es cuando los pensamientos y fantasías comienzan a brear el cerebro. “Aún no hay razones para sospechar ningún deterioro”, relata Pérez del Río, “pero el ciclo se transforma en ansioso, aparecen la tensión y la irritabilidad y los primeros esfuerzos por reducir o controlar el ritual terminan fracasando.

A esto se suma la percepción de un placer más acotado, fragmentado y vacuo, cuyo reflejo son los encuentros rápidos y casuales. Aparecen las mentiras, el alejamiento de los seres queridos y, a pesar de todo, se sigue insistiendo en la conducta que acaba en culpa y remordimientos”.

Estos y otros pormenores aparecen trazados en Shame, película que retrata la vida de Brandon, un ejecutivo neoyorquino adicto al sexo que se ve acorralado por un apetito sexual insaciable, masturbaciones, consumo de porno y relaciones sexuales obsesivas. Su desenfrenada sexualidad, más que complacerle, le conduce a un sentimiento perenne y doloroso de vergüenza (shame en inglés).

La detección de este trastorno es complicada, sobre todo por la cantidad de formas en que se expresa: infidelidades, prostitución, múltiples parejas a menudo anónimas, llamada a líneas eróticas, masturbación compulsiva, sexo virtual… “Las redes sociales y la desinhibición dan rienda suelta a ese impulso desaforado que puede terminar en desorden”, según explica el psiquiatra José María Vázquez-Roel.



Jueves, 25 de octubre de 2012

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