Estimado B. A. Giunta: Ha sido un real placer contar con su grata presencia como expectador de lujo a la "Gala de Vuelta" presentada en el estadio Monumental. Como ha calentado de sobremanera la previa entre un hombre que besó, entre otras las camisetas de Platense, San Lorenzo y/o Boca -no sabemos si no fue de River en su niñez (mmm ...)-, se colocó a la altura de River. Giunta merece un "gracias por estar", ya que con Boca no paró de fracasar, salvo en la ocasión en la que un rival se agarró la cabeza al gritar un gol en la "Caja de Bombones". No, no era de Oriente Petrolero.

Había que volver y lo hicimos. No importa si campeón o cuarto. Con otra promo o sin ganarle las dos veces a uno de Primera. Se cumplió con la rápida vuelta al lugar correspondiente sin tirar en otra Categoría (¿Para qué usarlo, no?) lo que hicimos toda la vida: "Fútbol Champagne (no Nereo)". Y con todas las ventajas dadas se han quedado callados quienes corresponden porque el "Padre Histórico del Fútbol Argentino" se los va a comer sin necesidad de servilleta nuevamente.


En lo sucedido aquel junio hubo de todo. Ni hablar de los tres años que lo precedieron. Y a falta de Loustaus y Pezzotas para ponernos todo por arriba del cuello, donde se dice se traga, las pelotas quedaron bien puestas por nuestros players. Entonces, podrán escribir, cargar, hablar de que un día ... Tal cosa, cantar que uno es de la B, pero no hacerlo sentir. Ya pasó la pesadilla, nos despertamos al lado de un Sucio Gladiador al que durante su visita guiada por un estadio fabuloso le ofrecimos caviar y se trajo mortadela.



Y así sus seguidores (no los de Almirante Brown, un digno exponente de la categoría, eh), aquellos de los que nos separan dos millones quinientos mil sistemas solares con súper naves tripuladas a la inalcanzable velocidad de la luz. Es que nos han envidiado, envidian y envidiarán en todo. Sus ídolos de pacotilla al lado del gran Bernabé, Peucelle, Sívori, Di Stéfano, el Angel (a partir de acá no hacen falta apellidos), el Beto, el Enzo y el Burrito no tienen cabida. Eran suplentes con nosotros. Apenas les alcanza con Riquelme en un pata hincha de Tigre, la dureza de Palermo, la gambeta de Pasucci, la cintura de nuestro espectador, la ductilidad de Bermúdez o una forma de jugar inexplicable con su Toto, Virrey y éste que está ahora, que te duerme, aburre, impacienta y rompe-rating-televisores blanco y negro de antes-LCD y plasmas de ahora, como si la boca de Marcelo Tinelli no aguantara tragarse la cantidad de alfajores de un mordisco.


Cuando en 1966 vieron a Rattín pegar otra patada ofendiendo a la casaca albiceleste... Y van... Decían... Desde Italia entregaban por eso el estreno del Spaghetti Western de Sergio Leone titulado Il buono, il brutto, il cattivo sabían, inspirado en nuestro fútbol. Buenos (Buono) eran todos los que usaban la hermosa banda en su corazón. Sucios (Brutto) y Malos (Cattivo) había un montón jugando que sólo han tenido como speech publicitario marketinero (entonces es falso) algo de la mitad más no se sabe bien qué. Ni colores propios tienen porque miraron la bandera sueca antes de la era Slatan, por lo que fútbol, cerapio.


Y así y así y muchos "asís" (no Jorge) para graficar lo que en todo el mundo es sabido: que una mancha a un tigre le puede quedar. ¿Quién nos quita lo bailado? Dicen y decían. Ya está. Volvimos. Y pueden inventar todas las canciones del mundo que nunca nos van a molestar. Igual que ustedes.


"Chau Muchachos" cantaba Ramón.




Sábado, 23 de junio de 2012