Influenciadas por la Primavera Árabe, las manifestaciones prodemocráticas derivaron en levantamientos en todo el país. El régimen islámico, gobernado hace 40 años por un temible clan familiar, respondió con la muerte de más de 8.500 personas. El 15 de marzo de 2011, hace exactamente un año, miles de sirios se concentraron en las principales ciudades del país en respuesta a la convocatoria por Facebook de un "Día de la Ira" para reivindicar el derrocamiento de la "tiranía" y la anulación del estado de emergencia.Pese a esa misma ley, que desde 1963 impide la convocatoria de manifestaciones públicas, las protestas continuaron, sobre todo en la ciudad meridional de Deraa, donde murieron en esos primeros días decenas de personas por disparos de las fuerzas de seguridad.
En su primera reacción a finales de marzo, el dictador Bashar al Assad, cuyo clan familiar gobierna el país desde hace más de 40 años, denunció "una conspiración" contra la patria y asumió una serie de tímidos pasos reformistas, como la derogación de la ley de emergencia y la concesión de la nacionalidad siria a una parte de los habitantes de origen kurdo.
El régimen sirio utilizó desde entonces el pretexto de "la conspiración extranjera" y de la existencia de "grupos terroristas" en su territorio para justificar sus acciones represivas.
El uso de estas excusas se intensificó al anunciarse en julio la creación del Ejército Libre Sirio (ELS) que incluye a soldados desertores y es dirigido desde Turquía por el coronel disidente Riad al Asaad (nada que ver con la familia gobernante).
Las manifestaciones continuaron en la gran mayoría de las provincias del país pese a la brutalidad del régimen sirio, que ya causó la muerte a más de 8.500 personas, según el último informe del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, y decenas de miles de desplazados -200.000 personas en el interior del país y más de 30.000 fuera de fronteras.
En paralelo con las protestas, representantes de una gran parte de la oposición siria celebraron consultas durante semanas en Estambul y anunciaron, el pasado 23 de agosto, la creación del Consejo Nacional Sirio (CNS), que se convirtió en el organismo más representativo de la revolución a nivel internacional.
En declaraciones recientes a la agencia de noticias Efe, el presidente del CNS, Burhan Galion, consideró que se pueden extraer dos lecciones de estos doce meses: "La brutalidad del régimen de Al Assad y la valentía del pueblo sirio".
Reconoció que existen "complicaciones internacionales y regionales" que hay que superar, e insistió en que la victoria es "inevitable" porque al régimen actual no le queda ningún pilar ético, político o estratégico para mantenerse.
Para este profesor en la universidad francesa de La Sorbona, Al Assad está intentando "por todos los medios" provocar un conflicto sectario entre las diferentes comunidades que cohabitan en Siria, con el fin de frustrar la revolución.
La familia Al Assad pertenece a la minoría alauí, una secta del chiísmo, mientras que la mayoría del país forma parte de la comunidad suní, aunque Siria es desde hace siglos un crisol de religiones y etnias, donde también viven cristianos, kurdos o drusos.
Mientras los países occidentales reclaman de forma abierta la renuncia de Al Assad y la apertura de una transición (con medidas como sanciones económicas), los aliados del régimen como Rusia o China han bloqueado cada iniciativa presentada en el Consejo de Seguridad de condena a Siria.
Ante esa imposibilidad de acción y la escalada de la violencia, la ONU y la Liga Árabe decidieron mandar a Annan como enviado especial a Siria, después de que la organización panárabe retirase en enero a sus observadores y presentase un plan de transición que fue rechazado por el régimen.
La mayor preocupación es ahora mismo evitar que el conflicto derive en una guerra civil abierta, algo que el número dos" del ELS, el coronel Malek Kurdi, cree que sólo se podrá impedir con "una intervención militar internacional".
Por el momento, los países occidentales se vienen mostrando renuentes a intervenir con sus ejércitos en Siria por las posibles repercusiones de una acción así (recordar que países con gran peso en la OTAN, como los Estados Unidos y Francia, están en años electorales) y sólo estados árabes como Qatar o Arabia Saudita se han mostrado favorables a la opción militar.
Ayer, el gobierno italiano de Mario Monti anunció el cierre de su embajada en Damasco en protesta por la brutal represión, siguiendo los ejemplos de países como los Estados Unidos, el Reino Unido, España y Canadá, que también retiraron sus representantes diplomáticos en la capital del país.
Durante las últimas semanas, el régimen de Al Assad, a fuerza de sangre y muerte, ha conseguido hacerse del bastión opositor de Homs y más recientemente recuperar el control de la ciudad de Idleb, al norte del país y escenario de multitudinarias protestas prodemocráticas en los últimos días.
Jueves, 15 de marzo de 2012