La velada inaugural fue exitosa. El anfiteatro se colmó de público y el espectáculo se consagró entre los mejores del país. Emotiva presentación de Pocho Roch. Ofelia Leiva fue pico de furor y ovación. Punto en contra los problemas del sonido.
Melodías de diversidad El chamamecero de Dios
Corrientes comenzó a cantar. Llegó el día y el grito candente de su alma se hizo sapucay para anunciar al mundo en la noche del sábado el inicio de la primera ofrenda sagrada, en honor a la música litoraleña en la 22ª Fiesta Nacional del Chamamé y 8ª del MERCOSUR (CHA22). En el templo del anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola, el espectáculo volvió a consagrarse, posicionándose entre los mejores del país.
La emoción partió con la llegada de la Virgen de Itatí, escoltada por supuesto por uno de sus promeseros predilectos, don Alfredo Ellero, el mismo que cabalga por todo el país, llevando la imagen de la patroncita a lugares recónditos. Chamamé y religión van de la mano en Corrientes y las conmovedoras palabras del pai Julián Zini dieron rienda suelta a la multitudinaria fiesta correntina. El cura chamamecero bendijo con la oración el espectáculo, mientras que Gonzalo del Corazón de Jesús “Pocho” Roch lo hizo con el canto. Su actuación abrió el fuego de artistas que subieron al escenario Sosa Cordero, en una acertada decisión de los organizadores.
La plaza del Cocomarola fue una sorpresa y más de 10 mil personas colmaron el anfiteatro remozado, con presencia de ferias de artesanos, palcos, restoranes donde los visitantes pueden disfrutar por ejemplo un delicioso asado, entre otras atracciones que cambiaron radicalmente la imagen de la CHA22. Ni hablar de la puesta en escena, con una imponente pantalla led central, más seis pantallas laterales y otras cuatro distribuidas por el predio, realmente impresionante. Lamentablemente el sonido falló en varias oportunidades.
El espectáculo fue bueno, pero no mostró notables variaciones, hasta que irrumpió en escena y encendió el furor la aclamada Ofelia Leiva que se encargó de armar la fiesta. “Estoy emocionada de volver a estar aquí otra vez, orgullosa de nuestra fiesta que es una bendición para los correntinos”, dijo Ofelia.
La juventud chamamecera también marcó la cancha e iluminó de pasión la noche del Cocomarola. Allan Guillen se destacó con su carismática sencillez de pueblerino y animó el baile. Con mucho entusiasmo debutó en la fiesta Diego Gutiérrez, que prendió la emoción con su particular estilo de tocar el himno argentino. El público lo ovacionó. Lucas Segovia fue otro de los jóvenes artistas que gustó. Con canciones tradicionales como “Adiós ciudad de Mercedes, o las que pertenecen a su padre Zito, “Cacique Catán”, invitaron al brindis en la popular. Su invitado fue Ignacio Copani que captó la atención de los presentes, quienes custodiaron celosamente que no toque otra cosa que no sea chamamé.
Melodías de diversidad
Además de su poder de integración, el chamamé demostró también que puede arropar la diversidad. En la primera noche festivalera, una pareja captó la atención de todos. Paulo y Lucas rompieron los tapujos y coparon la pista de baile en donde disfrutaron de la melodías litoraleñas y no mezquinaron sapucay.
El chamamecero de Dios
El padre Julián Zini y su grupo Neike Chamigo volvieron a bullir la pasión del público que soltó sapucay a modo de confesión chamamecera. Zini tendió su mano a la gente y en versos contó: “Les extiendo mi mano, de chamigo, de amistad, vengo a decirles quien soy por si acaso hace falta”, dijo y hubo ovación.
Lunes, 16 de enero de 2012