Santo Tomé fue escenario de un hallazgo trascendente para la arqueología guaraní jesuítica. El descubrimiento consiste en depósitos de residuos de la época jesuítica guaraní, en una propiedad particular dentro del casco histórico de la ciudad.
El trabajo se realizó en una propiedad privada. Se encontraron residuos de la época en el hoy casco histórico de la ciudad.
Santo Tomé fue escenario de un hallazgo trascendente para la arqueología guaraní jesuítica. El descubrimiento consiste en depósitos de residuos de la época jesuítica guaraní, en una propiedad particular dentro del casco histórico de la ciudad.
Estos nuevos resultados permiten abrir una ventana al pasado y conocer más sobre las costumbres cotidianas de las familias guaraníes. Materiales de diversa naturaleza con fragmentos de cerámica, restos óseos animales, clavos de hierro y artefactos líticos (de piedras).
Debe recordarse que la costa del río Uruguay en la provincia de Corrientes, fue escenario del establecimiento de las misiones jesuíticas guaraníes –reducciones fundadas por los jesuitas en la región o territorio de los guaraníes–, cuyos asentamientos datan de entre 1626 y 1639 y entre estos se encuentran los pueblos de Yapeyú, La Cruz, Santo Tomé y San Carlos.
La Misión de Santo Tomé en 1638 fue trasladada a su actual ubicación, sobre una elevación frente a la franja costera del río Uruguay cercana a la desembocadura del río Aguapey, llegando a tener hasta 1.671 familias que representaban a 2.998 guaraníes.
La prospección arqueológica reciente ha revelado la existencia de un nuevo espacio con evidencia material de sus actividades. La ubicación de la propiedad de María Emilia Cotorruelo, según referencias históricas, se encontraría emplazada dentro del antiguo trazado urbano del pueblo jesuítico próximo a los edificios más importantes de la época, frente a la plaza de armas entre la primera y la segunda líneas de viviendas guaraníes.
Aunque aún no se tiene un fechado absoluto, por las características de sus materiales y el contexto del hallazgo situarían el depósito entre los años 1638 a 1768.
Dentro del conjunto arqueológico recuperado prevalece la presencia de material cerámico liso pulido y con decoración plástica aplicada a su superficie externa y en algunos casos aparece decoración pintada en líneas o franjas organizadas con motivos geométricos.
Los artefactos líticos encontrados son piedras pulidas de forma oval, esférica con y sin surcos. Las evidencias encontradas demuestran cómo a partir de los restos de huesos de animales se pueden conocer algunos hábitos alimenticios, y a partir de los fragmentos de cerámica las formas de los recipientes y utensilios utilizados para cocinar y beber durante esa época.
El interés principal de este lugar es el acuerdo de colaboración de trabajo de la propietaria con la Municipalidad.
Jueves, 12 de enero de 2012