Un grupo de investigación español afirma que María Branyas Morera, que vivió hasta los 117 años, se ganó la lotería genética.
Sin embargo, advierten especialistas que los genes y microbiomas sanos no explican la longevidad por sí solos.
María Branyas Morera, por entonces la persona viva más longeva del mundo, hizo una última petición antes de morir. "Por favor, estúdieme", le dijo al doctor Manel Esteller, catedrático de genética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona.
Residente de la ciudad catalana de Olot, la señora Branyas falleció el pasado verano español a los 117 años.
El doctor Esteller y un amplio grupo de colegas cumplieron el deseo de la mujer. Examinaron la sangre, la saliva, la orina y las heces de la señora Branyas para tratar de averiguar por qué vivió tanto tiempo.
La respuesta, en parte, según un artículo publicado el miércoles en la revista científica Cell Reports Medicine, es que María se cuidaba. Seguía una dieta mediterránea, no fumaba ni bebía, y hasta principios de la década de 2000, cuando hacerlo se le volvió demasiado difícil, caminaba una hora diaria.
Y además ganó una lotería genética con variantes que, de acuerdo con el equipo de investigación, podrían permitir predecir la longevidad. Por lo informado, estas variantes genéticas protegen contra factores de riesgo comunes como los niveles altos de colesterol, la demencia senil, las enfermedades cardíacas y el cáncer.
“María tenía células que parecían más jóvenes de lo que era ella”, observó el doctor Esteller.
La española María Branyas, la mujer más vieja del mundo que murió a los 117 años. La española María Branyas, la mujer más vieja del mundo que murió a los 117 años.
Los microbios que vivían dentro y en la superficie del cuerpo de la señora Branyas, o su microbioma, se asocian con bajos niveles de inflamación, añadió el investigador. El microbioma contenía en gran cantidad un tipo de bacteria beneficiosa, la Bifidobacterium, cuyo crecimiento puede ser estimulado por bacterias presentes en el yogur. María consumía tres yogures al día.
“Los niveles de inflamación altos se relacionan con un envejecimiento avanzado”, explicó el doctor Esteller.
Immaculata De Vivo, genetista molecular de la Universidad de Harvard que no participó en los estudios realizados, manifestó que las explicaciones de la vasta unidad de investigación acerca de la longevidad de la señora Branyas eran “científicamente razonables”.
No obstante, advirtió que “siempre es importante tener cautela al interpretar los resultados de casos individuales, a diferencia de los estudios amplios y bien controlados sobre poblaciones mayores”.
Aun cuando la genética y los factores metabólicos pueden inclinar las probabilidades a favor o en contra de cierta enfermedad, “la causalidad de la enfermedad generalmente es una cuestión de probabilidades, más que de absolutos”, afirmó la doctora.
En otras palabras, los buenos genes y microbiomas por sí solos no mantienen en vida a nadie.
Oncóloga y genetista de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, la doctora Mary Armanios se mostró menos convencida. Cuestionó las afirmaciones de que ciertas variantes genéticas permitan predecir longevidad.
“La genética de la longevidad es notoriamente confusa”, sostuvo. En la búsqueda de variantes asociadas con una vida larga, las investigaciones han compararon genes de personas más jóvenes con los de personas centenarias. Sin embargo, añadió Armanios, se desconoce si esas personas más jóvenes vivirán hasta los 100 años.
“Lo que se busca es un perfil genético que permita predecir”, puntualizó. Y eso es difícil de encontrar.
La especialista previno en cuanto a que la genética y un buen microbioma no están ni siquiera cerca de la verdadera clave de por qué algunas personas viven tanto. Armanios señaló que existen diferencias enormes en la esperanza de vida relacionadas con la educación y los niveles de ingresos. Dijo que en Baltimore, estado de Maryland, donde se encuentra su universidad, eso representa una diferencia de 20 años entre las personas que viven en el centro de la ciudad y las de los suburbios.
La española María Branyas, la mujer más vieja del mundo que murió a los 117 años. EFE/ Archivo / Jordi BedmarLa española María Branyas, la mujer más vieja del mundo que murió a los 117 años. EFE/ Archivo / Jordi Bedmar
“Creo que, en efecto, hay obviamente una mala genética que limita la esperanza de vida”, aclaró. “Pero no estoy segura de que la buena genética sea suficiente para superar las limitaciones socioeconómicas.”
Por la razón que fuese, la señora Branyas parecía ser excepcionalmente resiliente.
Nació en San Francisco, EE.UU., en 1907. Los padres eran españoles, pero habían ido a Estados Unidos por trabajo. Cuando María tenía 8 años el padre falleció y su madre y ella regresaron a España.
María se casó y tuvo un hijo —que falleció a los 52 años— y dos hijas, que hoy tienen 92 y 94 años.
Diferentes integrantes de su extensa familia fallecieron por causas comunes: Alzheimer, un accidente, cáncer, tuberculosis, insuficiencia renal y cardiopatía. La señora Branyas seguía y seguía viva.
Parecía reunir todos los prerrequisitos hipotéticos para una vida larga. Si las variantes genéticas ejercían los efectos propuestos, ella estaba preparada para evitar enfermedades crónicas. Y su estilo de vida parecía ideal.
Contaba con un círculo cercano de familiares y amistades, al decir del doctor Esteller, que agregó que, a medida que alguien de sus relaciones moría, María forjaba otras nuevas. Ella y su familia vivían en el mismo pueblo.
Vivió de manera independiente hasta 2001, cuando sus dificultades para caminar la llevaron a ingresar en una residencia de ancianos. Tocó el piano hasta hace alrededor de cinco años.
"Vivió una vida sana", dijo el doctor Esteller.
Gina Kolata informa sobre enfermedades y tratamientos, cómo se descubren y prueban los tratamientos, y cómo inciden en las personas.
El 25 de septiembre de 2025 se publicó una versión de este artículo con el titular: Una clave para llegar a los 117 años podría ser tomar 3 yogures al día.
Martes, 30 de septiembre de 2025