Este lunes estrenó "Otro día perdido", que va diariamente en el prime time de El Trece.
Cómo fue la primera emisión de este late night show que tuvo a Guillermo Francella como invitado de lujo, lo mejor de la noche.
Con 61 años recién cumplidos y la sobriedad que a veces aporta el paso del tiempo, Mario Pergolini regresó este lunes a la TV, a pesar que de hasta no hace mucho decía que estaba muerta. Hombre del medio, figura clave de la pantalla -principalmente de los ‘90-, creador de ese hit inoxidable que fue Caiga quien caiga, reapareció este 14 de julio a la noche por El Trece con Otro día perdido. Se lo vio menos rebelde, pero aferrado a algunas dosis de irreverencia, sello de autor.
El ciclo arrancó seis minutos después de lo previsto -anunciado para ir de lunes a viernes a las 22.30-, con un Pergolini parado en el centro del estudio, con sus dos nuevos coequipers (ya no cuenta más con Eduardo de la Puente y Juan Di Natale, sus pilares de CQC), Agustín Aristarán -aunque el conductor lo haya nombrado como Aristarain, como si fuera algo del cineasta- y la comediante Laila Roth, afilada para el humor cortito y al pie. Tal vez sea ella (exitosa standapera) la joyita a descubrir masivamente en este programa.
Cómo si se tratara del regreso de un ídolo a las canchas de fútbol, fue recibido por la tribuna al grito de ‘Olé, olé, olé, Marió, Marió’.
Curiosamente, así también fue vitoreado Marcelo Polino, invitado para explicar el Wandagate (muy claro no quedó, de todas maneras). Producción de Pergolini, Diego Guebel y Alejandro Borensztein para El Trece, ODP (no suena tan bien como CQC, por cierto) se enmarca en los límites de un late night show y cada tanto se anima a correrlos.
Cristina fue figurita repetida de su monólogo de apertura
La primera media hora tuvo al anfitrión en una especie de monólogo, sostenido por las intervenciones de sus dos compañeros, con el que repasó buena parte de la coyuntura política -Cristina y su tobillera fue tema en dos o tres chistes- y de la actualidad del día. En esa mirada sazonada por la ironía, la gracia, el remate justo y un amague a “¿lo digo o mejor que callo”?, muy suyo, el ciclo encuentra ahí el mayor parentesco con CQC. Al menos en la fragancia.
Por lo demás, dos propuestas totalmente diferentes, con un Pergolini capaz de reírse de sí mismo y de bancarse los comentarios ajenos acerca de su crítica letal a la TV a la que ahora decidió volver, sin por eso soltarle la mano al streaming.
“¿Así que esto era la tele? Lo había olvidado” y “Me tengo que acostumbrar a controlar el humor”, fueron algunas de las frases que tiró a lo largo de la primera noche.
Por lo visto en la primera emisión de Otro día perdido, con banda en vivo y un invitado famoso por noche, hay una clara intención de bajarle la persiana a la jornada con un show entretenido, de calidad, una suerte de living con platea, con material bien preproducido. Tal vez haya que -como a todo proyecto que ve la luz- ajustarle algunas cosas del ritmo, para que lo guionado no se coma lo espontáneo.
Lo mejor de la primera noche fue, sin dudas, la visita de Guillermo Francella, que jugó a entrevistar al conductor, que se prestó a que “Soy Rada” se luciera con sus trucos de magia y que celebró genuinamente la vuelta de un hombre que conoce la tele como pocos. La misma tele que le perdonó que la haya matado en vida para darle espacio en el codiciado prime time. A las 23.42 se cerró otro día perdido, o ganado, depende cómo se lo mire.
Martes, 15 de julio de 2025