En el debut de Damián Ayude, el Ciclón superó al Cervecero desde los doce pasos.
Fue 0-0 en el tiempo regular, Vombergar falló un penal y Quilmes terminó con uno menos.
La explosión de la tribuna es todo un desahogo. Y el penal de Francisco Flores que se eleva por arriba del travesaño no solo le abre el camino de los octavos de final de la Copa Argentina, instancia en la que enfrentará a Tigre; además, es un peso que San Lorenzo se saca de encima. Porque la mochila azulgrana venía cargada de frustraciones. La intempestiva salida de Miguel Angel Russo, el éxodo de jugadores referenciales, la crisis económica y el colapso dirigencial tenían un alto grado de tensión. Entonces, era necesario ganar en este volver a empezar de la mano de Diego Ayude. Y lo que merecía en los noventa minutos, lo logró desde los doce pasos. Sí, como el 23 de marzo pasado, cuando en la fase previa eliminó a Sportivo Las Parejas tras otra igualdad sin goles.
Despertaba curiosidad San Lorenzo. Fundamentalmente, por el flamante técnico. Sin embargo, más allá de una mayor tendencia a la posesión de la pelota y una postura algo más ambiciosa desde el adelantamiento de sus líneas, en el primer tiempo se vio más de lo mismo. En definitiva, sobre el césped estuvieron las mismas piernas de siempre, con la excepción del pibe Facundo Gulli, un medio centro que el año pasado debutó en la Reserva que dirigía Ayude y jugó de arranque. Después, se sufrieron bajas. Los centrales titulares, Gastón Hernández y Jhohan Romaña, acusaron lesiones. Malcom Braida y Elián Irala fueron transferidos a Boca y Al Shabab. Y como si no bastara la sangría, Iker Muniain se retiró.
En este contexto, San Lorenzo encaró el partido con un volumen de tenencia superior al del primer semestre, pero con idénticas dificultades para generar juego. Y en el 4-1-4-1 que presentó Quilmes, terminó cayendo en la trampa del roce. Cuando buscó desplegar a sus laterales, no progresó con los centros. Fue muy previsible.
No obstante, tuvo la chance más clara en esos cuarenta y cinco minutos iniciales. Fue a partir de un claro penal de Esteban Glellel sobre Andrés Vombergar. El arquero salió apurado mientras el “9” se fajaba con Francisco Flores e Iván Ramírez y volteó al delantero. Luis Lobo Medina cobró y el jugador con raíces eslovenas falló. El número uno de Quilmes tapó su disparo. Eso sí, se adelantó dos pasos. Y como no se utiliza el VAR en la Copa Argentina -el asistente Hugo Páez no estaba atento-, el partido continuó.
El conjunto de la Primera Nacional mostró algunas luces cuando se enchufaron Marcos Roseti y Juan Kaprof, sus delanteros. Hubo un cabezazo que Elías Báez salvó en la línea y un mano a mano que el “10” no pudo definir ante Orlando Guill porque Nery Domínguez cruzó abajo y ensució la jugada.
El segundo tiempo fue a pedir de San Lorenzo. Especialmente, con la expulsión de Agustín Bindella, que ya estaba amonestado y bajó a Ezequiel Cerutti, el más desequilibrante. Con el buen manejo de Ignacio Perruzzi y los desbordes de Pocho -y en menor medida de Alexis Cuello-, el equipo azulgrana encerró a su rival. Duscher ya había apostado a Oscar Belinetz, un centrodelantero grandote, y dobló las marcas por los costados con los ingresos de Juan Capano y Ramiro Martínez.
La situación más nítida fue un centro de Cerutti y un remate de Cuello que tapó Glellel. El arquero de la Selección siria respondió cada vez que lo llamaron en cada envío aéreo. También, Gabriel Aranda y Flores. Y llegaron los penales. Entonces, Guill que casi no había tenido actividad en el complemento, se lució frente a Aranda.
Sus compañeros patearon notablemente: Vombergar, Cuello, Ezequiel Herrera y Elías Báez. Allende, Belinetz y Ramírez lo hicieron bien en Quilmes. Erró Flores. Y el “vamos San Lorenzo que está todo bien” pasó de ser una canción de la popular a una dulce realidad. Al menos, hasta el próximo partido.
Domingo, 6 de julio de 2025