Fue el tercer gol del delantero de 21 años en el torneo, para meterse en cuartos de final.
Volvió a jugar Mbappé, justo para el tramo decisivo por el título.
Se sabe que Real Madrid es un equipo gigante pero este Mundial de Clubes está permitiendo confirmar su real dimensión a nivel planetario. Sus tres partidos de la fase de grupos estuvieron en el top 5 de los de mayor concurrencia y este martes, en su victoria por 1-0 por los octavos de final ante Juventus, el Hard Rock Stadium volvió a lucir a pleno.
Pero los hinchas del Real en Estados Unidos no son españoles. Son ciudadanos del mundo, de la Play, de la Champions por tele, de las redes sociales y también de Messi, el último eslabón de un sistema de marketing que funciona a la perfección y la FIFA disfruta. Por eso hay camisetas de Mbappé, Vinícius Júnior, Bellingham, Modric y Valverde, en ese orden. Y es probable que dentro de poco las haya de Gonzalo García, el canterano de 21 años que abrió la cuenta ante la Vecchia Signora y selló el pasaje a los cuartos de final, donde enfrentará a Borussia Dortmund o al Monterrey de otro viejo ídolo, Sergio Ramos.
El choque en Miami comenzó con reminiscencias de la final de Qatar entre Argentina y Francia. Porque el árbitro en tierra yanqui fue el polaco Szymon Marciniak pero especialmente porque el pobre Randal Kolo Muani, el delantero más peligroso de la Juve, volvió a quedar mano a mano y falló. Esta vez se la quiso picar a Thibaut Courtois pero se le fue por arriba del travesaño por poco.
La Juventus era mejor que el Madrid en ese arranque, más compacto, vertical y preparado para salir con alguna contra. El portugués Francisco Conceição complicaba por derecha e inquietó con un cabezazo pero todo giraba alrededor del turco Kenan Yildiz, ese 10 de medias bajas y tipografía extraña en su apellido que llevaba tres goles y dos asistencias en su cuenta personal.
Desde el banco de suplentes el que observaba todo era Kylian Mbappé, afectado por una gastroenteritis tras su llegada a Norteamérica, con algunos kilos menos y a la espera de por fin tener minutos en esta fiesta del fútbol a la que le faltaba justo él, uno de los mejores. La gente cantó por el francés, en su reducido repertorio de gritos: "em ba pé, em ba pé..." Lo dicho, esto no fue el Santiago Bernabéu, fue la catedral del fútbol madrileña pero con doblaje latino.
En esa primera mitad, con línea de tres y en campo rival, los dirigidos por Xabi Alonso avanzaban en el campo sin mucha profundidad porque los pelotazos a Vini lo encontraban siempre marcado. Por eso probó de lejos Valverde, generando la primera gran atajada de Michele Di Gregorio, el arquero italiano que se terminaría convirtiendo en una de las figuras de la tarde. Un ratito antes se había lucido con una trepada de Bellingham, a pura gambeta.
Era un partido parejo pero el Real Madrid se terminó imponiendo en los segundos 45 minutos por peso específico y mucho tuvo que ver la eficacia de Gonzalo García, al que llaman por su nombre de pila, como en su momento le decían Raúl a González, otra leyenda. El chico llegó a este Mundialito con apenas 6 partidos en el Merengue, cinco por Liga y uno por Copa del Rey, donde marcó un gol. En suelo americano aprovechó el reposo de Mbappé, fue titular en los cuatro partidos y ya lleva tres, esta vez determinante.
Cuando parecía imposible meterle un gol a Di Gregorio, Gonzalo recibió un centro pinchadito desde la derecha, se elevó a lo Palermo a metros del área chica y reventó la pelota con el parietal izquierdo de su cabeza. Golazo y a otra cosa. Lo festejó corriendo hacia el lado donde precalentaba Mbappé, que lo recibió con una sonrisa y un abrazo.
Un ratito después del gol y las voladas de Di Gregorio, el estadio explotó porque se venía Mbappé. Iban 23 minutos. Su ingreso se dio justo en un cierre, el enésimo de Valverde, que cayó en las manos de Kiki, que esperaba al lado del cuarto árbitro y agarró la pelota: se dio vuelta y la tiró de un zurdazo a la tribuna. Ovación total. Se terminó el Mundial para Messi pero parece que llega otro showman para reemplazarlo.
La Juve no se entregó y buscó el empate con sus armas, que no fueron suficientes para quebrar al Madrid. Pagó caro la falta de efectividad del arranque porque pudo ser la historia si entraba la de Kolo Muani. Que nos disculpe el moreno francés pero mejor no pensar en esas posibilidades.
Al partido le faltó algún gol más del Real y la fiesta hubiera sido completa si lo marcaba Mbappé. Con Juventus lanzado, Vinícius tuvo espacio para correr y buscarlo pero no hubo conexión entre las dos estrellas del Merengue. En una temporada sin grandes triunfos y derrotas duras contra Barcelona, el Madrid quedó a tres pasos de convertirse en el campeón del primer Mundial de Clubes, como marca su gigante historia.
Martes, 1 de julio de 2025