
Anoche, al salir la primera estrella, se inició Rosh Hashaná. Las celebraciones comenzaron con las oraciones comunitarias en la sinagoga –para los más religiosos– y luego, la cena tradicional familiar. El evento recuerda la creación del mundo y da la bienvenida al 5780 del calendario hebreo.
Con deseos de un año “bueno y dulce”, la expresión de Shaná Tová Umetuká es la que se comparte entre quienes comenzaron anoche los festejos por la llegada de un nuevo año en septiembre.
Regidos por el calendario hebreo, el pueblo judío comenzó ayer, al salir la primera estrella, con las celebraciones de Rosh Hashaná (que significa “cabeza de año”) y el estreno de un nuevo ciclo: el 5780.
Se trata del primero de 10 días que componen los Iamin Norarim, las altas fiestas de la religión judía, donde hay lugar tanto para la alegría, como para el balance, la introspección, la recordación de los difuntos y las disculpas con uno mismo, sus semejantes y, por supuesto, con Dios. “Durante las celebraciones, se busca “hacer un balance espiritual de todo el año y cerrar ciclos para poder comenzar un nuevo óptimo”, explicó a La República el rabino Ezequiel Nehua, de la Asociación Israelita Latina de Corrientes.
Tanto en los días previos, como durante los festejos –que culminan 10 días después, con el Día del Perdón o Iom Kipur– cada judío transita días cargados de tradiciones milenarias y también con preceptos específicos, más allá de su nivel de observancia religiosa, que abarcan desde la liturgia en la sinagoga, hasta la preparación en el hogar y también de alimentos cargados de contenido simbólico.
“Como en todas las festividades del calendario judío, es importante la preparación y nutrirse de conocimiento, aprender de qué se trata, para luego vivirlo de la mejor manera y saber qué voy a pedir para el nuevo ciclo que comienza. Y al final, quedarnos con un mensaje, con algo nuevo”, reflexionó Nehua.
Entre las costumbres –que difieren entre la comunidad sefaradí a la cual Nehua pertenece y la ashkenazí– se cuenta la de hacer selijot. “Durante 30 días antes de Rosh Hashaná, nos levantamos a las 6 de la mañana y comenzamos con el rezo para pedir perdón por nuestros errores. Lo hacemos los lunes y jueves durante la mañana, y los sábados a la medianoche”, apuntó Nehua. Una semana previa a la Rosh Hashaná, la colectividad ashkenazi (a la cual pertenecen los judíos procedentes de Europa), también practica esta oración.
Además del descanso y del toque del shofar, muchos judíos de todo el mundo reciben la festividad con una o dos cenas familiares llenas de símbolos. Mientras algunos reciben el año asistiendo a servicios especiales en sinagogas, para otros la festividad se recibe con familia o amigos. Como corresponde a toda celebración judía, hay vino y suele haber mucha (algunos dirán demasiada) comida disponible.
“Otra costumbre muy interesante es la de anular todas las promesas. Aquellas que uno recuerda que no cumplió, y también las que no recuerda, para terminar el año sin juramentos. Por eso en la oración se pide anular todas las promesas”, mencionó el rabino.
En ese mismo sentido, es habitual “llamar a los amigos, y a los seres queridos, a los compañeros de trabajo, para desearles un buen año y para disculparse o resolver desacuerdos o discusiones. Dios perdona los pecados de uno con Dios, pero con el prójimo hay que arreglar las cosas y reconstruir las relaciones”, explicó.
Alguna de las cosas más representativas de las Altas Fiestas es el sonido del shofar, un cuerno de carnero que se hace sonar durante Rosh Hashaná y luego también durante Iom Kipur (Día del Perdón). “Representa el momento en que el pueblo judío recibió la Torá en el Monte Sinaí, el despertar. Y es también el momento de mayor introspección, de conexión, arrepentimiento y reflexión durante las oraciones”, apuntó Nehua.
“El shofar es el símbolo más característico de la conmemoración. No es un instrumento musical, sino un “grito” que sale de adentro para despertarnos”, dicen los más religiosos. En los tiempos bíblicos, el toque del Shofar era el anuncio de que se venía una gran fiesta, la festividad de Sucot (que se da el 14 del Tishrei, el mes que comienza con Rosh Hashaná). Sucot era la festividad más importante, porque anuncia la recolección y el pueblo judío que habitaba la Tierra de Israel hace más de 2500 años era mayoritariamente agrícola. Eso se transformó con el tiempo en un símbolo muy poderoso de llamado. Rosh Hashaná se ha transformado en una festividad de hacer un balance del año.
Durante las plegarias, se ora también por la paz, la salud, se piden bendiciones por uno y la familia y se recuerda a los familiares fallecidos.
Rosh Hashaná quiere decir “cabeza del año”. La fecha está establecida según el judaísmo rabínico y conmemora la creación del hombre. Rosh Hashaná también da inicio a los 10 días de arrepentimiento que culminan con Iom Kipur, el Día del Perdón, que este año será desde la tarde del martes 8 de octubre hasta que se ponga el sol al día siguiente. A diferencia del año nuevo, en esta fecha se practica el ayuno.
Simbólicamente, en Rosh Hashaná se abre el Libro de la Vida y en Iom Kipur, se cierra. Y es cuando cada individuo, luego de su balance y arrepentimiento íntimo y con Dios, puede ser –o no– inscripto en el Libro de la Vida para el nuevo año.
Durante las dos noches (del 29 de septiembre y 1 de octubre), las familias cenan con platos típicos de la comunidad. Estas rees las practican no solo los más religiosos, sino también quienes conciben al judaísmo como una identidad cultural y a esta celebración como un momento de reunirse en familia.
Ya en el hogar, la tradición indica “pasarlo en familia, en una mesa con contenido”, destacó el rabino Nehua. Según el religioso, no es obligatorio consumir alimentos específicos, aunque sí es tradicional incluirlos. De ese modo, la costumbre indica incorporar algunos de estos platos: cabeza de pescado, en símbolo de inicio y éxito, granada “para pedir que sea un año abundante y con preceptos”, y la manzana con miel u otras confituras “en augurio de un año dulce”.
El tradicional saludo incluye también el deseo de shaná tová umetuka, que apunta a “un año bueno y dulce”.
Lunes, 30 de septiembre de 2019