Desde el 13 de junio estaban viviendo en la Capilla donde le pidieron desalojar para poder pintarla. Los vecinos piden ayuda porque las paredes están con humedad y los niños sufren enfermedades respiratorias.
Después de casi dos semanas de la crecida del río Paraná y del traslado de las personas que viven a pocos metros del agua, las familias que padecieron esta situación volvieron a sus hogares el martes. Estuvieron obligadas a volver a las viviendas donde la humedad prevalece y no hay camas para que los niños puedan descansar sin correr peligro de enfermarse o ser picados por algún animal que resurge por la inundación.
“Tuvimos que volver porque en la capilla donde estábamos nos pidieron que nos retiremos porque iban a pintar, acá tenemos mucha humedad y los chicos se enferman”, contó Rosario Miño a El Litoral. La marca de la presencia del agua en la casa está en las paredes donde se respira un olor húmedo.
La vecina que vive en el lugar junto a sus hijos y nietos, comentó que “prometieron muchas cosas pero está faltando principalmente colchones”. En una habitación duermen hasta seis personas sobre el piso de tierra.
Al igual que sus vecinos, estuvieron obligados a volver a las viviendas que no están preparadas para ser habitadas. Otros fueron a vivir con familiares.
El paso del río en los hogares perjudicó en muchos aspectos a las familias y los niños son quienes más padecen esta situación. Los baños y las cocinas son precarios así como la condición en general en la que viven decenas de personas de este barrio capitalino.
Roli Arce, vecino encargado de la evacuación y ayuda solidaria, dijo que seguirán dando el almuerzo y la merienda a las personas que necesitan.
Jueves, 26 de junio de 2014