Nuevamente el Cocomarola estuvo Colmado de público en la última noche de la Fiesta Nacional del Chamamé. Los versos de Julio Cáceres volvieron a encender el furor y la pasión chamamecera de un pueblo que lo admira y lo quiere.
Con coreografías montaron un show impresionante. Para el cierre extendieron su mano fraterna para darle la bienvenida al carnaval.
Es imposible no sentir orgullo por el chamamé cuando uno disfruta de los versos de Julio Cáceres con toda esa trayectoria cultural que sin importar los años que pasen seguirán ardiendo como leña al fuego en el alma misma de Los de Imaguaré. Pocos son los bendecidos, los artistas que con una sencillez tan profunda alcancen la profundidad de un pueblo que se arropa en la emotividad y el canto de este emblemático conjunto chamamecero.
Los de Imaguaré tuvieron a su cargo el cierre de la 24ª Fiesta nacional del Chamamé, un espacio importante y que sigue quedando cortó para un grupo tan imponente como ellos. Ese privilegio se volvió un agradecimiento y es que este conjunto, que sabe de sentires y orgullo, pasión y sentimientos bañados en nostalgias, enriquecida de historia y nutrida con la savia guaraní se convirtió en el claro ejemplo de lo que significó el concepto “Universo chamamé”, propuesto para esta fiesta.
Sus palabras siguen cautivando, acariciando el corazón de una manera tan placentera que despierta el interés de toda la plaza chamamecera, que en la despedida de la fiesta disfrutó a destajo la presencia de Julio Cáceres acompañado de su hijo Nicolás, emblemáticos músicos y un impecable equipo de producción que presentó nuevamente un imponente espectáculo.
Luego de los versos, la música tomó la posta y con temas como “Sangre Esquivel” y “Nuestra esperanza”.
Uno de los momentos más emotivos fue el recitado del “Cuchillero” de Osvaldo Sosa Cordero que abrió de un tajo el pecho de la gente para que emane orgullo y tradición en la sentida voz de su hijo Federico Cáceres.
Luego, como una correntada de nostalgia Los de Imaguaré regalaron canciones que sensibilizan siempre, “Niña del ñangapirí”, “Para volver a soñar” y “Atardecer de ausencia” que contaron con las pinceladas de danza a cargo del Ballet Di Arte que le brindó un homenaje a su director Dionicio Soler fallecido el año pasado.
Y las emociones seguían cayendo como hojas secas en otoño, esta vez con un poema de Martín Alvarenga dedicado al género Cáceres soltó sus versos antes de la presencia del tenor Sergio Casco que presentó un tema nuevo “Chamamé marcando rumbos” en melodías del “O sole mío”, en una bella versión.
La noche seguía encantada con la presencia de Los de Imaguaré que siguieron desempolvando temas de su repertorio como “Viva el chamamé” para colmarse de banderas del MERCOSUR y de las “patrias madres”, siguieron clásicos como “Nuestros sueños y la distancia” con la danza de Natalhia Rodríguez y Charly Valenzuela.
Con una excelente secuencias de postales que dieron el colorido exacto al espectáculo desde las pantallas gigantes, el orgullo de los correntinos estaba en su instancia final y la fiesta se despedía.
“Que fuerza liberadora tiene el vino”, dice la letra de “Compadre que tiene el vino” y sin embargo habría que preguntarse que fuerza tiene esa canción que pone de pie a todo el Cocomarola, para dejar correr esa corriente de emociones con la misma pujanza del río.
Para el final el Kilómetro 11 fue el sello distintivo y tendió su mano fraternal al carnaval (ver cuadro aparte). Pero el público quería despedirse con chamamé el pedido fue unánime y Los de Imaguaré dijeron “hasta el 2015” con su emblemático tema “Adiós ciudad de Mercedes” en una despedida inolvidable.
Martes, 21 de enero de 2014
