El Obispo reconoció “la generosa entrega y el trabajo cotidiano” de la comunidad católica y pidió no desalentarse. El pastor agradeció el acompañamiento recibido de parte de tantas personas, sobre todo en momentos difíciles.
La comunidad católica de Goya inicio la celebración de la Navidad, en la santa misa de Nochebuena que presidió el obispo, monseñor Ricardo Faifer, como todos los años, en la Iglesia Catedral. Durante su mensaje, instó a los fieles a dejarse amar por Jesús, el pequeño Niño, para que ese amor los impulse, indefectiblemente, a salir en misión, hacia el encuentro de los hermanos, sobre todo de los más necesitados. Además, agradeció el acompañamien-to y la oración que tanta gente le manifestó a lo largo del año, sobre todo en momentos difíciles. En la parroquia Virgen de Itatí, se realizó la representación del pesebre viviente.
Monseñor Faifer hizo suyas las palabras del papa Francisco, quien invitó “a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo, ya que con él, siempre nace y renace la alegría”.
En la primera parte de su mensaje, el Obispo de Goya, señaló que su saludo con motivo de la Navidad y del Año Nuevo, es “memorioso de la presencia y cercanía de Dios con su ternura y amor de Padre y de tantos rostros de hermanos y hermanas, con los que hemos transitado este tramo de nuestra peregrinación de la fe, en el presente año”. Agradeció a Dios que “cada día nos sorprende con su amor misericordioso”. También expresó su gratitud por “todos ustedes, por la generosa entrega y el trabajo cotidiano, por la fe compartida y la esperanza que recomienza cada día, y por la bondad de corazón expresada en amor y servicio concretos, por ese no cansarse de hacer el bien, tanto en sus familias como en nuestra sociedad y en la Iglesia”.
Para Faifer, “el descubrimiento cotidiano del amor inmenso de Dios, manifestado en Cristo, nunca debe faltar en nuestra experiencia de la fe. Tanto amor recibido nos da fuerza y vigor para salir en misión permanente, a fin de contagiar la felicidad del encuentro y de la amistad con Cristo”. Y aseguró que “en el corazón del creyente, la experiencia de este amor recibido se transforma en urgente necesidad de comunicarla a los que nos rodean, como una experiencia de gracia y gozo, como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable (Exhortación Evangelii Gaudium). Amor recibido, amor compartido”.
Ya casi al final de su homilía, el Obispo de Goya, “como hermano y Pastor”, destacó, su reconocimiento y agradecimiento “al Pueblo de Dios y a las personas de buena voluntad, a todos aquellos que en los momentos de dificultad han acompañado a su Obispo con su cercanía y su comprensión, con el sufrimiento compartido, con su cariño y su oración. Que el Señor transforme el dolor de todos, en fecunda bendición para todos”.
Por otra parte, como es habitual en ésta época del año en las comunidad, se desarrolló en la parroquia Virgen de Itatí, la representación de un pesebre viviente.
La imagen del Niño Jesús recorrió durante varias semanas casa por casa, todas las comunidades de la jurisdicción parroquial, en lo que se denominó “la movida misionera”, la que culminó con una gran fiesta que se realizó el pasado sábado en el barrio Los Eucaliptus.
Centenares de feligreses de todas las comunidades se congregaron presenciaron la representación organizada por los niños y jóvenes de la parroquia, con la coordinación del seminarista Daniel Alarcón Sotelo y la hermana Graciela Firpo.
Viernes, 27 de diciembre de 2013