Los delincuentes suelen llamar desde la cárcel y mantienen en vilo durante horas a sus víctimas hasta obtener el dinero. La operación incluye tecnología. Uno de los afectados fue el empresario Fernando Marín. Los secuestros virtuales no son una novedad, pero sin duda los niveles de sofisticación que están utilizando los delincuentes está creciendo y las autoridades deberían mirar con mayor atención. El modus operandi utilizado en estos delitos no ha cambiado, aunque sí han incorporado más tecnología. Como en la mayoría de los casos, primero los delincuentes se contactan telefónicamente con familias y comunican que algún miembro de la misma sufrió un accidente. Allí los malhechores aprovechan el estado de pánico por la noticia y toman el control de la situación.
El resto ya lo conocemos o creíamos conocerlo. Hace pocas horas una persona pública pasó "el momento más angustiante de su vida". Se trata del empresario Fernando Marín, quien fue engañado por chantajistas que le hicieron creer que su hijo estaba secuestrado y lo obligaron a pagar un rescate por su vida.
Pero este secuestro virtual no fue como otros. Según contó el propio Marín, en diálogo con Radio Mitre, los delincuentes simularon la voz de uno de sus hijos. La odisea que tuvo que pasar junto con su esposa duró más de cuatro horas.
"Llegué a Escobar, donde vivo, desde Buenos Aires y me sonó el teléfono fijo, y tuve la mala suerte de atenderlo; con un vocabulario muy fluido, me informaron que había habido un accidente en una ruta, donde colisionaron tres autos y que presumían que había involucrado a un familiar", relató Marín.
"Me dijeron que me quedara tranquilo, que estaba bien pero en estado de shock, y que tratara de contenerlo. En ese momento me pidieron que les pase el celular (el número) porque la línea tenía frituras; me decía que lo contenga y me pusieron una persona al teléfono; cuando me habla era mi hijo", contó en diálogo con Marcelo Longobardi.
El empresario estaba con su mujer. "Cuando habló, me dice: 'Papá, me van a matar, por favor papá, me van a matar'. Ahí otra persona, una tercera, dice: 'Te dije que iba a gritar, cortale el dedo ahora o matalo porque nos van a agarrar'; todo esto fue en un diálogo de 20 segundos".
"En ese momento se bloqueó mi alma, se bloqueó el alma de mi mujer; ahí yo intento usar el celular, ella le da el suyo (el número de celular) porque el delincuente quería tener dos líneas; cuando intento llamar el secuestrador lo detecta y me dice: 'Se les acabó el tiempo, lo mato, lo mato'; ahí yo apago mi celular", continuó.
A esa altura, los delincuentes ya tenían controlada a la esposa, a través del celular, y a él, en el teléfono de línea. Según Marín, la plata que tenía en su poder no era suficiente para los delincuentes, quienes querían un botín mayor. Su mujer subió a la camioneta y volvió al departamento que tiene la familia en Capital para juntar más dinero.
"Mi mujer volvió a Buenos Aires, llegó al departamento que tenemos en el centro; hicieron subir al casero, anulando también su teléfono (celular)". Según remarcó Marín, los delincuentes trabajaban con no menos de cinco teléfonos en red porque lo cruzaban con su mujer, con el casero y escuchaba en segundo plano los (falsos) lamentos de su hijo.
"Se estableció un diálogo muy tenso, muy sentido, el delincuente comprendía mi angustia pero me decía que él tenía que cumplir con su trabajo", resumió Marín.
Incluso, Marín reveló que la esposa al intentar subir a la Autopista Buenos Aires – La Plata cometió un error y debió retomar en contramano, situación que fue registrada por el delincuente que aparentemente lo estaba observando a través de algún sistema de cámara.
"Cuando se equivoca mi mujer al subir a la autopista, toma Huergo en contramano y el tipo me dice: 'ella va tranquila, pero está media boluda (sic); se acaban los tiempos, hay muchas cámaras", indicó.
Tras las negociaciones, luego de haber obtenido el botín Marín relató: "Con una soberbia absoluta, cuando termina todo me dice: 'tu mujer tuvo unos ovarios bárbaros y yo era señor'; me contó que estaba en la cárcel, trabajando en red, y que llamara a mi hijo; cuando me atiende, él (el delincuente) estaba en línea, y me hizo escuchar la grabación y el diálogo que habíamos mantenido esas cuatro horas".
Tras realizar la denuncia ante la Justicia, el empresario pidió a la sociedad y a las autoridades que estuvieran "alerta" por la aparición de este tipo de modalidad delictiva.
Viernes, 4 de octubre de 2013