Lunes, 4 de Agosto de 2025
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LOS MANDATOS FAMILIARES
¿Es posible escaparles a los mandatos familiares?
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Viernes, 22 de febrero de 2013

Desde que llegamos al mundo alguien nos dice cómo debemos actuar, qué es bueno y qué malo, como si la visión que luego formamos de la vida nos fuera transmitida y resultara imposible crear una propia. Qué es lo que hace que muchas veces no nos alejemos de esos “mandatos”.


Los mandatos familiares condicionan nuestro desarrollo porque nos dicen qué está bien y qué mal y cómo debemos actuar en cada circunstancia de nuestras vidas.

Nos muestran y nos guían en el camino a seguir y como toda guía nos ayudan porque nos dan estructuras, pero a su vez nos limitan ya que nos imponen formas rígidas y predeterminadas de quién ser, cómo actuar y eso nos resta autonomía y poder personal.

Se considera que los mensajes y los mandatos que experimentamos en el presente son originados y provenientes hasta siete generaciones anteriores trasmitiéndose de generación en generación hasta llegar al presente. De allí su fuerza, su irracionalidad y su potencia.

Esta red de mandatos está constituida por mensajes verbales y no verbales en cuya construcción intervienen pensamientos, emociones e imágenes.

Acá es donde cobra fuerza la importancia de la comunicación no verbal (gestos, actitudes, tonos de voz, posturas, etc) que proviene en forma directa del hemisferio derecho de nuestro cerebro. Este tipo de comunicación tiene una potencia mucho mayor que si fuera en forma verbal. De esta manera la comunicación no verbal, no conciente, ligada profundamente a la emocional es la fuerza trasmisora más importante de los mandatos intergeneracionales.

De esta manera es entendible cómo recibimos influencia en nuestra vida cotidiana de una bisabuela desconocida de la que no tenemos información. Por ejemplo, a través de dificultades que tenemos en el presente para gozar de la vida, para ascender económicamente en un trabajo o para tener una pareja.

A esto se remiten muchas veces las causas desconocidas de muchos de nuestros problemas que no sabemos entender y por lo tanto solucionar, de nuestra vida presente.

Los mandatos son mensajes no verbales internalizados que generalmente suelen ser prohibiciones a nuestras conductas limitando de esta forma nuestro accionar y nuestras vidas.



Ahora bien, ¿por qué los cumplimos? Los mandatos son originados en la fuerza intergeneracional pero se ven potencializados y particularizados por las creencias, exigencias y expectativas de la familia actual.

Estos atributos tienen su origen en creencias culturales particularizadas en cada grupo familiar, entendiendo por este a la familia comprendida hasta siete generaciones anteriores.

Al nacer, un hijo ocupa un lugar en el grupo familiar como si fuera una pieza de un rompecabezas, ya que la familia es un sistema donde el rol de cada uno esta en función y relación con el resto.

A ese árbol familiar y a esas “ramas” de esa gran familia le es “funcional” que ese nuevo miembro ocupe ese lugar. Por lo tanto, reconocerá y le dará todos los premios (generalmente reconocimiento por medio del afecto) que sean necesarios para que ese nuevo integrante ocupe el lugar esperado.

¿Qué bebé y qué ser va a oponerse a recibir afecto y nutrición? De esta forma nuestro grupo familiar amplio (abuelos, padres, etc) van moldeando nuestra conducta y van influenciando nuestro camino a seguir.

El miedo al cambio como “continuador” del mandato

Todos nos sentimos a gusto con lo conocido, aun en los casos en los que tenemos claro (desde la razón) que no es lo que más nos conviene para nuestras vidas. El cambio muchas veces suele ser amenazante.

Estos mandatos adquieren mucha fuerza y poder al provenir de muchas generaciones anteriores, lo cual provoca que nos encontremos en una especie de trance hipnótico donde nos es muchas veces difícil tomar conciencia de nuestras propias conductas y emociones.

Por lo tanto, muchas veces se hace necesario contar con apoyo emocional e información adecuada para poder desafiar y cambiar estos mandatos.

De ahí que generalmente solemos ser muy leales y obedientes a los mandatos y órdenes recibidas por nuestra familia y ancestros, por lo tanto nos cuesta mucho alejarnos de aquellas formas de actuar de cómo nos criaron y nos dijeron que debe ser la vida.

En muchos casos, salirse de ese camino puede ser visto como un “castigo”.

De maneras más o menos sutiles muchas familias frente a nuestros cambios presentan su oposición ¿Cuántas veces alguien logra con mucho esfuerzo realizar un cambio y siente en el fondo que su familia, acostumbrada a otro tipo de accionar, no le gusta o le resulta raro e incomprensible que haga otra cosa a lo que ellos están acostumbrados?

La clave: soltar los mandatos y apropiarnos de nuestra vida

Descubrir y sentir que todos tenemos dentro el poder suficiente para realizar lo que queremos genuinamente en nuestro interior es la clave para vivir plenamente la vida que todos esperamos para nosotros y entender que nosotros somos la representación en el presente del amor de nuestros ancestros. Ser leal a ese amor, a esa fuerza es tomar de ellos las mejores intenciones y transformarlas en la energía que nos permite vivir plena y apasionadamente nuestra vida.

Y es importante también, proponernos cambiar aquellos mensajes negativos en esperanzas y amor para trasmitir a las futuras generaciones.

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¿Pensás que los logros de los otros son más importantes que los tuyos? Emociones y metas. La mirada de los otros. Aprender a decir “no” y poner límites.

Por: licenciada Elsa E. Álvarez (MN 944), directora del Instituto de Psicología Argentino (Inepa)


Viernes, 22 de febrero de 2013

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