A diferencia de lo que sucede en la mayoría de los casos en que un entrenador no es querido por el plantel, el vestuario de Boca logró evitar que las diferencias personales lleguen a la cancha. El técnico está enfrentado al referente, quien además cuenta con el respaldo de sus compañeros. El último cortocircuito fue provocado por las declaraciones del '10' y de Schiavi, quienes abortaron el pase de Yacob.
Todo comenzó cuando Jorge Amor Ameal, el por entonces presidente, contrató en diciembre de 2010 a Julio César Falcioni. Un técnico que había logrado sacar campeón a Banfield por primera vez en su historia, como máximo respaldo. Al recalar en Boca, llegó con el mejor de los honores y prometía “ordenar” un vestuario convulsionado por las permanentes disputas entre Riquelme y Palermo. Pese a que Ameal aseguró que “el vestuario siempre es de los jugadores”, la realidad indicaba que con la llegada del “Emperador” lo que se buscaba era poner fin a los conflictos.
Y llegó el verano de 2011. Falcioni no pudo contar con Riquelme, quien buscaba ponerse a punto por una lesión que lo tuvo a maltraer durante el torneo y, obligado, paró un 4-4-2, sin un enganche clásico. Acá se empezó a avizorar un posible conflicto a futuro ¿“Un entrenador que llegó a Boca y juegue sin un “10” teniendo a Román en el plantel”?, pensaban muchos. La verdad, el riesgo era grande.
Esto se sumaba a las diferencias "ideológicas" entre Román y Julio, ya que se sabe que el "10" es un amante del fútbol-juego y el DT brilla por la solidez de sus conjuntos. Al mismo tiempo, Cristian Lucchetti se sintió traicionado por el DT, a quien tuvo como entrenador en el pasado en Banfield. Para el arquero, Falcioni lo quería pero no lo respaldaba porque jugaba un partido él y un Javier García (íntimo amigo de Riquleme) ¿Resultado? Lucchetti se tuvo que ir y García terminó atajando.
El equipo de ese verano formó con: Javier García; José María Calvo, Matías Caruzzo, Juan Insaurralde, Clemente Rodríguez; Diego Rivero, Leandro Somoza, Walter Erviti, Nicolás Colazo; Pablo Mouche y Martín Palermo. Un claro sistema 4-4-2 que le permitió alcanzar un buen funcionamiento, una solidez defensiva y contundencia en ataque. Y el debate no se hizo esperar, ¿“cuál debería ser la formación titular en el Clausura de aquel año”?.
Allí comenzaron las primeras versiones que indicaban que Riquelme no era del agrado de Falcioni, que tendría pensado prescindir del emblemático jugador y seguir parando un mediocampo con cuatro hombres y sin enlace. Sin embargo, el DT finalmente optó por disponer el ingreso de Román y Boca debutó en la Bombonera con Godoy Cruz con un esquema distinto al del verano. El resultado fue desastroso: Boca jugó muy mal, mostró la contracara del verano y perdió 4 a 1 de local.
Riquelme había sufrido un esguince de tobillo que le impedía jugar el siguiente partido, ante Racing. En Avellaneda, Falcioni volvió al 4-4-2 y Boca ganó 1 a 0 con gol de Mouche y otra vez surgió la incógnita sobre la continuidad del "10" en el primer equipo.
Con All Boys como local, por la 3ra Fecha, Falcioni dejó afuera de los concentrados a Riquelme y se mostró decidido a aguantar las consecuencias: “Este equipo que paré en la cancha es el que mejor respondió siempre. Lo hizo en el verano y también veo que viene teniendo un buen funcionamiento. Por eso, tiene que seguir jugando este equipo... No hablé con él (por Riquelme) porque no soy de dar explicaciones”, afirmó un sonriente Falcioni en esa oportunidad.
Román recogió el guante, dijo que no estaba de acuerdo con la decisión del técnico, pero aclaró que era un “profesional” y debía acatar lo que determinase el conductor del equipo. Pese a estas palabras, la marginación del talentoso futbolista del choque ante el equipo de Floresta fue una marca indeleble en la relación entre ambos.
Boca volvió a jugar muy mal con All Boys, empató sin goles en la Bombonera, la gente pidió por Riquelme y Falcioni se retiró insultado. Tras esto, el entrenador informó que el enganche sería sometido a un entrenamiento especial para recuperar su mejor forma física y que lo volvería a tener en cuenta. La mala fortuna quiso que Román vuelva a lesionarse mientras cumplía este plan de entrenamiento y se generó una nueva polémica, esta vez con el preparador físico. Luego vendría la declaración del ídolo que “blanqueó” la situación. “Me tuvieron corriendo como un boludo….”. Pese a que Román intentó minimizarlo, el escenario estaba muy claro.
Boca perdió con Vélez y San Lorenzo y Riquelme reapareció en el equipo titular en una nueva derrota como local ante Olimpo, la única en la historia. Falcioni, a esa altura muy cuestionado y complicado en su continuidad, dispuso un equipo con un solo delantero, Martín Palermo; armó un mediocampo más numeroso por detrás de Riquelme, (4-4-1-1), y consiguió buenos resultados ante Colón y Estudiantes. Una nueva derrota ante Lanús volvió a generar malestar, aunque el triunfo en el Superclásico y un par de victorias más trajeron algo de calma.
En la despedida de Palermo de la Bombonera, ante Banfield, hubo una fuerte reprobación de los simpatizantes boquenses contra Falcioni, que pese a todo se mostró firme para seguir. A mitad de año, con el “Loco” fuera de la actividad, se ponía fin a la disputa entre el goleador histórico y Riquelme, algo que parecía que iba a aportar tranquilidad en el trabajo del DT. Por el contrario, el poder que tomó el enganche en el vestuario aumentó.
Se recordará el conflicto con Javier García, quien se había ido sin permiso para acompañar a su amigo Riquelme a la clínica, y Falcioni decidió que ataje el juvenil Sebastián D´Angelo. Más claro "echale agua", porque Falcioni no mostró la endeblez de sus colegas anteriores y plantó “batalla”.
En la última pretemporada en Curitiba, ya con Martín Palermo retirado, llegó Schiavi , devuelven a Lucchetti a Banfield, a García lo prestan a Tigre y llega el famoso “pacto”: la paz quedaba instalada y con Román como capitán consensuan el sistema táctico: 4-3-1-2.
Llegan más jugadores, Sebastián Sosa (antes de empezar el campeonato) y Agustín Orión (durante la gira). Se va Calvo pero arriba Franco Sosa y se da el retorno a la institución de Facundo Roncaglia. Obtienen el Torneo Apertura de manera invicta, con Lucas Viatri de titular y goleador del equipo.
Previo a este logro, Riquelme había hecho una muy buena pretemporada que le permitió a Boca comenzar con el pie derecho el Apertura. De este modo, los conflictos con Falcioni parecieron quedar atrás y el equipo se encaminaba al título. Sin embargo, Román volvió a sufrir una lesión y quedó marginado del equipo a mitad de certamen.
No obstante, la lesión del “10” no influyó en el rendimiento del equipo y Boca logró consagrarse campeón luego de tres años de sequía. Pese a todo, la calma no era tal y llegado un nuevo verano comenzaron los “mensajes” mediáticos entre Riquelme y Falcioni.
El enganche cuestionaba el juego del equipo y el DT recordaba la solidez y el invicto cosechado en los últimos meses. Ni siquiera las victorias ante River en los dos Superclásicos de enero alcanzaron para apagar el fuego. Riquelme no los jugó y consideró que la “suerte” había sido determinante en los resultados y que el equipo debía jugar mejor.
En el anteúltimo capítulo de la novela, Riquelme echó más nafta al incendio al referirse recientemente a cuando fue “borrado” por Falcioni en aquel partido con All Boys: “Antes de ese partido, Falcioni me hizo correr como un boludo y yo no dije nada”. Dos días después, el jugador intentó retroceder y argumentó que sus palabras fueron en “broma”, pero el daño ya estaba hecho. Falcioni no respondió esta vez.
El ¿último? capítulo se escribió, cuando el vestuario, post empate con Zamora en Venezuela fue un hervidero, con cuestionamientos entre Riquelme y Falcioni cara a cara y el DT pegando un portazo, harto de la pelea con el capitán xeneize. Allí también quedaría establecido el apoyo de varios referentes del plantel al capitán. También trascendió que Walter Erviti, por el que Falcioni tanto pidió para que se contrate y tantos dolores de cabeza le trajo con su ex club, le habría soltado la mano al DT para caer ante los pies de Román.
La dirigencia, desbordada en un principio y distante a continuación, tuvo que aparecer. Ya con Daniel Angelici como presidente, se opta por reunir a los cinco referentes: Orión, Schiavi, Román, Somoza y Clemente. La “paz” pareció volver al lugar de donde nunca se tendría que haber ido.
Sin embargo, la semana pasada, ante el rumor de la llegada de Claudio Yacob, Román declaraba que los dirigentes y el técnico son los que opinan pero que el apoyo era hacia el plantel que tiene Boca. Luego Rolando Schiavi, otro peso pesado que dejó entrever la posibilidad de seguir un año más, se encargaría de forzar la línea del ídolo y apoyar la titularidad de Cristian Erbes y el regreso de Leandro Somoza. Por último, el propio Cristian Erbes, juvenil pero con un amplio respaldo de Riquelme, disparó: “Parece que no le tienen confianza a uno, cuando salen a buscar a otro”.
¿Este nuevo episodio abrirá una nueva puerta al conflicto? ¿Explotará ante la eliminación de algunas de las Copas? ¿Qué pasará si se pierde el Torneo Apertura, que muchos consideran que si quiere lo gana de taquito?. Muchas incógnitas para un presente “maquillado” por los buenos rendimientos, pero que detrás de escena se esconden más “halcones” que “palomas”. O mejor dicho, dos bandos en el que todos se sienten halcones...
Jueves, 26 de abril de 2012