Una dinastía que gobierna desde hace cuarenta años. Negocios con el Estado, control del Ejército y golpes a la oposición. Padres, hermanos y cuñados unidos para dominar.
Apoyos. El presidente Al Assad saluda a sus seguidores, en una marcha organizada por el gobierno el mes pasado en Damasco.
El clan Al Assad controla hace más de cuarenta años todos los hilos de la política siria a través de una compleja red de hermanos, cuñados y primos. El férreo poder de la familia empezó cuando Hafez al Assad se convirtió en presidente en 1971 y continuó tras su muerte y la asunción de su hijo Bashar. La dinastía dirige empresas que hacen negocios con el Estado, controla el Ejército y las fuerzas de seguridad y aplasta a la oposición con bombardeos aéreos y tanques blindados.
Dentro de la familia, las ambiciones, traiciones, ciegas lealtades y pasiones son moneda corriente. Los Al Assad dirimen sus conflictos internos en la arena de la política nacional y, en esa compleja trama, Bashar Al Assad juega un rol menor.
Su madre, Bushra, es la matriarca que tiene la última palabra en asuntos gubernamentales. Su hermano menor, Maher, es el jefe de la Guardia Republicana y encabezó personalmente los asedios a Homs y Deraa, las ciudades rebeldes. Assef Shawkat, cuñado de Bashar, es el número dos de las fuerzas armadas. La esposa de Bashar, Asma, es la más pro occidental del clan, ya que nació en Londres. Y Rami Majluf, el empresario de la familia, es primo del jefe de Estado y dueño de un emporio inmobiliario y de compañías ligadas al régimen, como Siriatel y el holding Cham.
Una de las llaves para develar a la misteriosa familia Al Assad la tiene justamente Majluf, quien le confió, al inicio de la revuelta, a The New York Times que las decisiones políticas se toman “de forma conjunta” y que iban “a luchar hasta el fin”.
Los Majluf, la familia de la madre de Bashar, son el nexo entre los dos miembros del clan que se llevan mal: Maher Al Assad y Asef Shawqat, casado con Bushra Al Assad, hermana mayor del presidente. En 1999, durante una discusión, Maher disparó contra su cuñado. Desde ese entonces, siguen enemistados.
La diplomacia estadounidense solía comparar al clan con El Padrino, la película de Francis Ford Coppola. Según Washington, Hafez Al Assad era Vito Corleone, porque a diferencia de su vecino Saddam Hussein no mataba por crueldad y en sus crímenes políticos no había nada personal, “sólo negocios”. Flynt Leverett, un veterano agente de la CIA que se especializó en Siria, aseguraba que, como con los Corleone, las muertes del patriarca y del primogénito dejaron al régimen en manos del hijo destinado a vivir al margen de las armas; como ocurre en el famoso film, el sucesor quiso reformar el régimen-negocio para hacerlo legal y viable, pero las presiones lo convirtieron en un personaje aun más duro y violento que su padre.
Pero aún hay dudas sobre la autoridad que ejerce Bashar al interior de su familia y en la presidencia de Siria. Maher asumió la dirección militar de la represión, y junto a su madre y Rami Majluf son las voces dominantes en la familia. En ese esquema, Bashar sería el rostro visible de la maquinaria represiva siria, dominada por toda la familia. Una familia como los Corleone.
Lunes, 27 de febrero de 2012