La Academia igualó con el Rojo en un partido vibrante desde el primer minuto hasta el último.
Conechny y Almendra la tuvieron a los 15 segundos del partido. Y el chileno Galdames lo erró en la última jugada.
Los aplausos del final tienen que ver con el dulce presente, la clasificación a las semifinales de la Libertadores después de 28 años y el inminente duelo ante River por la Copa Argentina. Porque ningún hincha de Racing -en su sano juicio futbolístico- podría celebrar semejante clásico. No lo perdió porque Independiente desperdició dos contraataques que debieron terminar en gol. El último, a segundos del epílogo, cuando Pablo Galdames quedó mano a mano con Facundo Cambeses y definió apenas desviado. Un sudor helado recorrió el rostro de su gente. En otro contexto, esa pelota hubiera entrado. Sin embargo, la Academia está en estado de gracia.
Sí, el Rojo dejó mejor imagen. Aunque llegaba -y continúa- último en la Zona B y con un técnico nuevo, fue más ordenado, no sufrió en su área en el primer tiempo y tuvo las posibilidades más claras. Incluso, le anularon dos goles en offside. Lleva una docena de partidos sin victorias, su momento no deja de ser dramático, pero algún aspecto positivo podrá rescatar de su visita al vecino.
Racing no tuvo generación de juego, resolvió muy mal cada pelota parada y Maravilla Martínez, su goleador, terminó consumido por Kevin Lomónaco. Tuvo un poquito más la posesión, pero vivió abrazado al pelotazo. Tan mal estaba el equipo que Gustavo Costas hizo cuatro cambios simultáneos. Así y todo, no pateó al arco en el complemento. Deberá valorar el punto y la quinta valla invicta.
Racing salió con agresividad, dispuesto a ser el protagonista, pero terminó el primer tiempo confundido. Independiente arrancó apretado, preso de los nervios, y acabó más confiado. Entre ese inicio avasallador de la Academia y ese final esperanzador para el Rojo, hubo cuarenta y cinco minutos muy disputados, cortado por las infracciones, un gol anulado y situaciones aisladas.
Desde el punto de partida quedó clara que la postura de Racing sería ambiciosa. A fin de cuentas, sus laterales se estacionaron en la mitad de la cancha. Y en un abrir y cerrar de ojos, estuvo a punto de llevarse el clásico en 30 segundos. Fue a partir de un centro de Gabriel Rojas que anticipó Rodrigo Rey, la pelota quedó boyando, hubo un rebote y Agustín Almendra definió por encima del travesaño.
El primer tramo del partido fue a pedir de la Academia. A partir de la recuperación y el buen manejo de Almendra, no dejaba despegar a Independiente, que lucía agobiado por la presión de su rival de toda la vida.
Racing tiene un estilo definido. Juega directo, largo y frontal o a las bandas. Arma con Santiago Sosa o Almendra y desborda, fundamentalmente, con Rojas y -en este caso- con Gastón Martirena. Los extremos alternan entre cerrarse para liberar el carril para las proyecciones de sus compañeros o encaran y tiran centros. Por esta vía, tuvo dos chances, pero Duvan Vergara cabeceó muy alto y Maravilla, sin pase al medio, remató al cuerpo de Rey, que achicó en el primer palo.
Independiente comenzó a serenarse cuando Luciano Cabral tomó el control de la pelota y encontró huecos en el medio. A bordo del 4-2-3-1 que fue un sello de Quinteros en el Vélez campeón, buscó triangular por afuera. Y así como Federico Vera y Facundo Zabala tuvieron dificultades de frente, Santiago Montiel y -fundamentalmente- Matías Abaldo lograron desequilibrar. Las mejores posibilidades llegaron por las bandas.
Tuvo dos claritas Independiente, un gol correctamente anulado a Ignacio Pussetto, que partió adelantado en el mano a mano y una jugada en la que fallaron Montiel y el propio Pussetto. Ambos pifiaron y Franco Pardo rechazó muy cerca de la línea de sentencia.
A esa altura, Racing empezó a tener dificultades para generar juego porque se lesionó Almendra y Nazareno Colombo, central diestro jugando a la izquierda, trasladaba demasiado y tenía problemas con el perfil opuesto. La última jugada de la etapa inicial fue una muestra de este concepto.
Nicolás Ramírez no pasó inadvertido. Cobró faltitas, omitió otras y habrá que analizar la amarilla a Bruno Zuculini, que bajó la plancha sobre Lomónaco. Fue al límite, sin dudas. El VAR respaldó la decisión del árbitro.
En el segundo tiempo, la tendencia del desenlace de la etapa inicial se acentuó. Cuando recuperó la pelota, Independiente generó peligro y Racing quedó desarmado. Cambeses tapó un mano a mano ante Cabral y Montiel no pudo gritar el gol en el rebote porque Martirena salvó en la línea.
Ya estaba Nacho Rodríguez en la cancha, reemplazante de Almendra. Por el medio, no rindió. Entraron Marcos Di Cesare, Martín Barrios, Adrián Balboa y Facundo Mura. Se armó una línea de tres centrales con la idea de profundizar por las bandas. Nada salió. Las crónicas del pasado dirían que Racing jugó “a la carga Barracas”. No logró preocupar a Rey.
Los hinchas estaban nerviosos con un referí demasiado riguroso, que quiso llevar el partido de rienda corta y cometió muchos errores. Tampoco ayudaba el equipo. Independiente no perdió el orden y los cambios de Quinteros no fueron efectivos, aunque difícilmente puedan endilgarle la responsabilidad por la jugada que falló Galdames, que eligió rematar tres dedos y falló.
No parece casual en el peor instante del año para Independiente. El destino, esta vez, jugó a favor de Racing, que ya dio vuelta la página y continúa camino a la gloria sin sufrir heridas en el clásico.
Domingo, 28 de septiembre de 2025