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El piano bar está de moda y hay nuevos espacios: dónde comer, beber y cantar en Buenos Aires
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Domingo, 28 de septiembre de 2025

Tapas, copas de vino, cócteles y repertorios que van del jazz a la cumbia.
Los lugares que son tendencia en Palermo, Chacarita y Retiro


Un piano reluciente, una copa apoyada en la tapa y una voz que arranca una canción como si el tiempo no existiera. La postal parece salida de otra Buenos Aires, la de la bohemia elegante y las noches largas. Pero no: es 2025 y la Ciudad empieza a recuperar el ritual del piano bar, con nuevos espacios que reeditan esa mezcla de música íntima, tragos cuidados y platos pensados para ese ambiente y un clima donde (a veces) la conversación baja de volumen para dejar lugar a las teclas.

Legado, en Retiro, se alza como heredero contemporáneo de aquellos reductos porteños donde el piano era el verdadero anfitrión. En Chacarita, Lucrecia suma un capítulo joven a la tendencia, con una propuesta que dialoga con la movida cultural del barrio. Y en Palermo, Homero nace bajo la mirada de la hija de Chico Novarro, como si la herencia musical de una familia volviera a encontrar su espacio natural en un bar de medianoche.

No es casualidad ni capricho estético. Entre copas de vino, cócteles y repertorios que van del jazz a la cumbia, Buenos Aires parece reencontrarse con un formato que combina nostalgia y novedad. Lo que en los 80 era refugio de bohemios, hoy reaparece como opción cultural para públicos diversos, desde quienes todavía suspiran con un bolero hasta centennials que descubren el encanto de escuchar un piano en vivo a dos metros de distancia.

El regreso del piano bar a la escena gastronómica de Buenos Aires
En la Argentina, la idea de “piano bar” quedó ligada para siempre a Charly García y a su disco homónimo de 1984. Aquel álbum no solo marcó una etapa dorada del rock nacional, sino que también evocó la intimidad y la crudeza de los bares donde el piano era protagonista.

Más allá de Charly, Buenos Aires vivió el auge de espacios bohemios con música en vivo, donde entre copas y humo se mezclaban artistas, escritores y músicos. Uno de los más recordados fue La Dama de Bollini, en Palermo, que sin ser un piano bar en sentido estricto condensaba ese espíritu: un refugio cultural donde podían cruzarse Jorge Luis Borges, García y toda una generación que encontró en esas madrugadas porteñas un escenario para la música y la poesía.

Ciro Martínez en Legado piano bar de Retiro.Ciro Martínez en Legado piano bar de Retiro.
Pero en el ultimo año la música en vivo volvió a los bares porteños con fuerza, como antes también regresaron el sifón y el vermú. Entre las nuevas propuestas que rescatan este espíritu, Legado, en Retiro (Paraguay 374), fue pionero en revivir el concepto de restaurante con piano y shows en vivo.

La idea nació tras la pandemia. Gervasio, su dueño, había tenido que cerrar su restaurante y lo mantuvo inactivo durante casi tres años. Después de un viaje a Nueva York, volvió con la idea de un espacio con música en vivo, inspirado por las recomendaciones de Marcos, un amigo músico que había estudiado en Boston. “El restaurante estaba armado, sumamos un mini escenario y un piano”, recuerda.

Legado abrió en 2023 con bandas de jazz, pero el giro llegó cuando el pianista de una de esas formaciones propuso tocar solo, saliéndose del género. “Hasta ese momento no existía ningún lugar con un pianista en vivo que tuviera ese tipo de concepto”, explica Gervasio. La fórmula fue un éxito inmediato: así nacieron las noches de piano bar, que se convirtieron en marca registrada. “Nosotros decimos que la gente viene a hacer terapia en vivo. Porque se suman a cantar y es impresionante lo que hacen. Se genera un delirio hermoso”, agrega.

Legado Piano Bar propone tapas como los rollitos de osobuco. Legado Piano Bar propone tapas como los rollitos de osobuco.
Hoy el fenómeno tracciona tanto que otros bares intentaron replicarlo, incluso contratando a los mismos pianistas. “Eso nos da la pauta de que estamos haciendo las cosas bien”, dice Gervasio. El resultado: reservas completas con dos semanas de anticipación y una lista de músicos famosos que ya pasaron por el escenario de Legado, como Joaquín Levinton y su hermana, Ciro Martínez en un tributo a Charly García junto al Zorrito Von Quintero, y Rosario Ortega.

La propuesta gastronómica acompaña con un formato de tapas españolas y argentinas para compartir. La recomendación es pedir tres platos para dos personas. Algunas opciones: arrolladitos de osobuco ($ 17.000), dados de provoleta rebozados en panko ($ 14.500), tortilla de papa ($ 18.000), rabas ($ 16.000) o croquetas de jamón crudo ($ 17.000).

Legado piano bar en Retiro.Legado piano bar en Retiro.
En la esquina de Jorge Newbery y Córdoba, en Chacarita, Lucrecia (Jorge Newbery 3519) nació como bar de vinos hace cuatro años. En marzo de este año, decidieron sumar un ciclo de piano los miércoles y el lugar explotó: se llenó de gente que, copa en mano, acompaña al pianista de turno a los gritos y hasta desborda la calle.

“El piano surgió improvisadamente dentro de un plan de ‘transformación’ del bar. Había que darle una vuelta porque no estábamos en un gran momento y tenemos espacio de sobra (es un salón de más de 200m2) y comenzamos a orientarlo más a lo cultural”, cuentan los dueños de Lucrecia.

Lucrecia en Chacarita sumó en marzo el ciclo Sándwich con piano en vivo. Lucrecia en Chacarita sumó en marzo el ciclo Sándwich con piano en vivo.
La propuesta calzó perfecto con la identidad del barrio: “Nos gusta mucho el cine, estamos cerca de teatros, nos visitan actores. Paz Varales y Hernán Siseles nos propusieron traer un piano y empezar a hacer piano bar los miércoles y empezó así, muy despacito, de a 8 o 10 personas por miércoles, hasta que se fue empezando a correr la bola y cada día éramos más, al punto de no poder caminar”.

Lo que empezó como un encuentro íntimo terminó siendo un fenómeno. “La experiencia del cliente fue cambiando a lo largo de estos meses. Al principio era escuchar desde donde se pueda, llegamos a tener 400 personas entre el bar y la vereda. Tuvimos que reacomodarlo y la experiencia de hoy es más prolija: el cliente reserva, llega cerca de las 20, se sienta en su mesa, come, toma y empieza a sonar el piano que va de menos a más”.

La tortilla de Lucrecia piano bar. La tortilla de Lucrecia piano bar.
El público fue tan diverso como la música que se toca. “Desde marzo hasta acá han pasado absolutamente todos los públicos. El piano se metió en todos los algoritmos y llegaron al bar chicos de 18 años por TikTok, grupos de amigas de 70 años, padres con hijos, etc. Hoy se estandarizó en un público entre 30 y 45 años, quizás nostálgico, sí, que cantan canciones argentinas de los 80 con mucha pasión, entre otras”. Así, un miércoles en Lucrecia puede sonar Charly, Fito, Shakira o Luis Miguel.

La gastronomía también acompaña. “Al principio era entrada libre y gratuita y se han llegado a acumular más de 400 personas a las cuales acompañábamos con propuestas más finger food, para que puedan comer de pie ya que la gran mayoría no podía sentarse. Ahora estamos más ordenados, es solo con reserva, la gente cena y toma desde su mesa mirando el show, después pasa lo inevitable y se levantan y bailan”.

Noches de canto grupal en Lucrecia piano bar.Noches de canto grupal en Lucrecia piano bar.
De la cocina salen platos clásicos como la tortilla de papa ($17.500), buñuelos ($15.000) y pizzas ($20.500), además de carnes, hongos y, por supuesto, milanesas. Todo acompañado por una carta de vinos variada que mantiene viva la esencia original del bar.

El ciclo se bautizó Sándwich, está coordinado por Hernán Siseles, que a veces también se sienta a tocar. A diferencia de otros bares, aquí no hay un pianista fijo: cada miércoles pasan músicos de distintos géneros y estilos. Pero en Lucrecia, el verdadero protagonista no siempre está en el escenario: El público es tan importante como el artista invitado. El clima de jolgorio lo ponen esas gargantas que ponen sentimiento a esa letra que los traslada a un recuerdo vívido, a esa frustración olvidada que hoy encuentra turno para salir.

Homero fue el último piano bar en abrir.Homero fue el último piano bar en abrir.
El último en sumarse a la tendencia de los piano bares es Homero, en pleno Palermo (Serrano 1141). El proyecto llega de la mano de los creadores del Microteatro, junto con la participación de la familia Bossi y de Julieta Novarro, hija del recordado artista Chico Novarro. “Así como todos tenemos un actor dentro de nuestro corazón, también tenemos un cantante. Microteatro logró que mucha gente aficionada a la actuación se animara a dar los primeros pasos en el teatro. Con Homero Piano Barra queremos que cualquier persona que se anime a cantar —aunque hasta ahora lo haya hecho solo en la ducha— pueda hacerlo acompañada de un pianista profesional y frente a un público dispuesto a disfrutarlo”, explican sus creadores.

Lo que vuelve único al lugar es su piano barra, la continuación de la cola del piano donde los comensales se sientan a comer y disfrutar del show en primera fila. “Un lugar donde la gente de a pie pueda sentirse una estrella del pop por unos minutos es absolutamente necesario en Buenos Aires o en cualquier lugar del mundo. Eso es lo que buscamos lograr con Homero”, agregan. La idea es clara: democratizar el escenario y darle a cualquiera la posibilidad de brillar bajo los focos, aunque sea por una canción.

En Homero el piano es la barra. En Homero el piano es la barra.
La experiencia se completa con una cocina de autor diseñada por el chef Rodrigo Castilla, referente de la escena porteña gracias a su trabajo en Las Pizarras. La carta propone un tapeo variado para acompañar la música: desde arancini de risotto de hongos con alioli de berenjena y lima, empanadas de osobuco con yasgua, tostones de boquerón con crema de rábano picante o un sándwich de pastrón con pepinos y mostaza, hasta platos más sofisticados como vieiras con salsa XO o stracciatella con jamón serrano. Tampoco faltan clásicos reconfortantes como la tortilla de papa, el falafel en pita con hummus y yogurt, o un guiso de lentejas con panceta y especias.

Más calmo y menos frenético que otras propuestas similares, Homero apuesta a un clima íntimo donde la gastronomía y la música se dan la mano. La coctelería también es protagonista, con una carta amplia que combina la elegancia de los grandes clásicos con creaciones modernas y refrescantes. Un espacio pensado para cantar, escuchar y compartir, en el que la noche porteña encuentra un nuevo escenario


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