Durante la noche se destacaron Ramón Ayala, Alan Guillén, Las Hermanas Vera y la reunión del grupo Reencuentro. Al cierre, el loretano brindó un show a la altura de la celebración de Plata de la Fiesta Nacional del Chamamé.
La octava luna chamamecera se vivió con mucha intensidad, con un Anfiteatro desbordado, al que se calcula, ingresaron unas 15 mil personas, muchas de ellas movilizadas en grupo con conservadoras y silletas, con el objetivo de ver al máximo ídolo chamamecero de la última época.
Desde la mañana, largas filas se armaron bajo el sol, en las inmediaciones de los puntos de venta de entradas. Y por la tarde, desde temprano, el público hacía fila para ingresar al Anfiteatro, en cuyos accesos, grandes carteles advertían: “El que sale no puede volver a entrar”.
Cerca de la hora de inicio del espectáculo, cuando se había anunciado oficialmente que ya no quedaban entradas, comenzó la reventa. En algunos grupos de compraventa de Facebook, se ofrecían tickets a $150 y en los alrededores del Anfiteatro a $200.
Ramón Ayala
La programación del viernes estuvo cargada de personalidades chamameceras de renombre. Tal es el caso del misionero Ramón Ayala, uno de los primeros números fuertes de la noche, quien estuvo acompañado por el Ballet Oficial de la Fiesta.
El público le respondió con entusiasmo, coreando sus canciones y premiándolo con muchos aplausos.
Grandes obras le dedicó “el Mensú” al Cocomarola, entre ellas “Caraí bandoneón”, en memoria del “chamigo Isaco Abitbol”, como el mismo lo llamó, o “Cosechero”. Antes de despedirse, hubo tiempo para un bis y fue “Posadeña linda”.
Taco y suela
La noche del viernes fue especialmente festivalera y por el Cocomarola pasaron artistas que hicieron bailar a la concurrencia. Por momentos, las parejas llenaban peligrosamente las tarimas a los costados del escenario, buscando un espacio para entregarse a la danza, ya que los pasillos y lugares libres del anfiteatro estaban colmados, al punto de que era difícil desplazarse de un lado al otro. Aun así, cada tanto se veía parejitas bailando muy juntos, con pequeños movimientos y los ojos cerrados, disfrutando en su mundo de las bondades de la música chamamecera.
El primero en levantar el polvaredal fue Alan Guillén, con su acordeón. Emocionado por el recibimiento, el joven oriundo de Quitilipi manejó al público con habilidad, pidiéndoles sapucais y zapateo. “Así se baila el chamamé”, “Corrientes Cambá” y “Nocaut González”, fueron algunos de los temas con los que hizo vibrar al público.
Se despidió con un enganchado que incluyó “El Moncho” y “El último sapucay”. El bis fue para “Estancia San Blas” y un recitado que revolucionó a la platea. El público pidió otra, pero ya no había tiempo, y la presentadora de turno sintió el peso de los silvidos.
La noche también trajo a Francisco Gimenez, uno de los grandes artistas paraguayos, quien brindó un gran show. Un momento increíble se sucedió cuando llegó el momento de “Pájaro campana”. El paraguayo ejecutaba el arpa de forma exquisita y en el Cocomarola se empezó a vivir un clima de cancha de fútbol, con la gente aplaudiendo y gritando al ritmo de los acordes.
A su turno, también las Hermanas Vera sumaron al clima festivalero, cantando clásicos como “Cacique Catán”, “Será que ya me olvidaste” y “Ruego por tus besos”. En un momento, anunciaron “Bailar de esa manera”, de Teresa Parodi. “Espero que salga bien porque está ella en la platea”, dijo Rafa. La ministra de Cultura de la Nación sonreía desde la platea y cantaba en silencio emocionada.
Al final, Rafaela y Boni llamaron a Francisco Gimenez, quien las acompañó a hacer algunas “polcas paraguayas en guaraní”, como “Mocoy Guirai” y “Lucerito Alba”, entre otras. “¡Qué bien que bailan los jóvenes! ¡Qué lindo que bailan chicos!”, dijo muy contenta Boni a los bailarines de las tarimas y la platea. El show de las Vera fue una fiesta.
Y nadie se quedó con las ganas de bailar, ya que también pasaron Juanchi Cabrera y Espuelas de Plata con Gregorio de la Vega, un exponente del chamamé, que con 83 años, se animó a subir al escenario y brindó un show que subió la temperatura del Cocomarola.
La intensidad emocional fue en aumento durante la noche, y uno de los puntos altos fue la reunión sobre el escenario del grupo Reencuentro del Reencuentro, que emocionó a los presentes.
La gente cantaba a los gritos, temas como “Cuando me duele tu ausencia”, “Al fin de cuentas”, “Cielo gentil”, “O che gente cuera” y “La cruz”, entre otros. La despedida fue con “Neike Chamigo”, muchos aplausos y gritos para Bocha Sheridan.
Idolo popular
Por más de una hora, Mario Bofill le dio a su público lo que quería: una selección de sus temas, que fueron coreados por una multitud enardecida, que levantaba vasos en alto y aplaudía a rabiar.
Entre los clásicos que enloquecieron al Cocomarola, estuvieron “Catalicio vendió su acordeón”, “Requecho”, “El Carau”, “Viva la Pepa”, “Si no vuelvo”, “No me pidas mi guitarra”, “Estudiante del interior”, entre otros.
Entre tema y tema, desde el fondo comenzaba el clamor que decía “olé, olé, olé, olé, Mariooo, Mariooo”, y por todos lados se multiplicaban las luces de las pantallas de los celulares de las personas que intentaban llevarse en fotos y video un recuerdo de una noche increíble.
El loretano no se privó de cantar su tradicional galopera, con varios chascarrillos políticos, que eran escuchados atentamente por el Gobernador Colombi desde la platea, quien se reía ante las ocurrencias del cantautor devenido en senador.
Luego de dos bises, llegó el final y con muchos aplausos y gritos concluyó la más concurrida luna chamamecera hasta el momento.
Lunes, 26 de enero de 2015