Explicó en una entrevista que cuando el adicto no puede solventar el consumo, es capaz de delinquir. Para el Obispo es clara e innegable la responsabilidad del Estado en la lucha contra este flagelo.
A pocos días de que el episcopado argentino emitiera un fuerte comunicado sobre su preocupación por el narcotráfico, el obispo de Santo Tomé, monseñor Hugo Santiago, se refirió al tema y expresó también su preocupación por el aumento del consumo de drogas en la localidad. Esto lo relacionó estrechamente con el crecimiento de los hechos de inseguridad. Hizo referencia, asimismo, a las consecuencias que tiene en los jóvenes la disolución familiar y las carencias de proyectos.
Para el obispo, entre las cuestiones que preocupan a la comunidad de su diócesis “están las relacionadas a la juventud, a la disolución familiar, el alcoholismo y también todo el tema de la droga; esas son las preocupaciones de la gente que a menudo nos viene a contar”, expresó.
Santiago ofreció una entrevista al portal de noticias Santotomeonline, en la que dijo que hay tareas indelegables del Estado, como la lucha contra el consumo de drogas y el narcotráfico, que no le corresponden ni a la Iglesia ni a la sociedad. Reiteró la fuerte preocupación de los obispos de todo el país por este flagelo que crece.
Al respecto contó que “lo que noto es esta lógica que hablamos bastante con los obispos, que vemos que uno empieza a intuir que debe haber droga cuando aumentan los hechos delictivos. Se entra como en una lógica bastante fácil de entender; si un muchacho se droga va creando de a poquito adicción; se transforma en adicto, necesita la droga. No siempre tiene dinero para poder seguir alimentando su adicción, es cuando el joven es capaz de robar, porque en eso consiste la adicción, es un pedido, un imperativo muy fuerte que siente la persona de seguir drogándose; entonces, para poder hacerlo es capaz de robar, es capaz de delinquir”.
Y agregó, “por eso cuando aumentan los hechos delictivos hay que abrir los ojos, porque hay muchos factores, pero casi seguro un factor es este, el consumo de drogas”.
Del flagelo de la droga, monseñor Santiago reconoció que es complejo y que tiene muchas aristas. “Una, decíamos, pasa por las familias, hay una disolución familiar que es preocupante; no queremos echar culpas sino plantear una realidad. Cuando a un chico se le destruye la familia, suele destruirse un proyecto de su vida. Cuando no tiene proyectos, es más fácil que caiga en el alcohol y las drogas”.
Es por ello que desde la Iglesia mencionó, “tratamos de impulsar acciones para que los chicos tengan proyectos de estudio, deportivos, y también de tipo religioso”. Consideró que “es importante trabajar en la unidad de la familia, y que los chicos tengan proyectos; cuando no los tienen, están más expuestos a drogarse, a tomar”.
Más allá de las acciones que impulsa la Iglesia, como las llamadas Fazenda da Esperança, casas de curaciones de adictos y alcohólicos que trabajan muy bien en Brasil y que se están tratando de multiplicar en el país, y en cuanto a Corrientes el obispo fue claro en que hay actores sociales con más responsabilidad para asumir esta problemática.
“Hay una tarea indelegable del Estado y de las fuerzas públicas, del Poder Judicial, del poder político, porque eso no corresponde a la Iglesia ni corresponde a la gente ni a la sociedad. Creo que hay que lograr un amplio consenso y compromiso político y social para trabajar firmemente en esto”, dijo el obispo.
Jueves, 21 de noviembre de 2013