A casi 40 años del golpe de Estado, la mayoría de los chilenos no logra superar las divisiones del régimen de Pinochet. Las candidatas Bachelet y Matthei se ubican en los dos extremos
Las palabras "golpe" y "dictadura" todavía encuentran a la mayoría de los chilenos divididos en dos bandos casi irreconciliables a casi 40 años de la irrupción violenta de los militares que terminó con una de las democracias más estables de la región, incluso entre los mismos ex miembros del gobierno de facto. A sólo días de que se cumpla un nuevo aniversario del golpe militar, que encabezó Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973, es tema obligado y que no deja indiferente a nadie, más aún cuando este año se deben celebrar elecciones presidenciales y parlamentarias.
Partidarios acérrimos del régimen sostienen que lo de Pinochet, quien dijo una vez que Dios lo puso en el poder, fue un "pronunciamiento militar" para impedir que el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende (1970-1973) llevara al país a una "dictadura" como la de Cuba.
Sin embargo, en el último tiempo han aparecido algunas voces de quienes colaboraron con el régimen y han admitido que el gobierno de Pinochet fue una dictadura producto de un golpe militar.
"Sin lugar a dudas, la de Pinochet fue una dictadura, no fue una democracia, y del punto de vista de la ciencia política, lo que no es democracia es un gobierno de facto", dijo en una entrevista al matutino La Tercera, el senador Hernán Larraín.
El parlamentario, que sorprendió con sus declaraciones, pertenece desde su fundación a la Unión Demócrata Independiente (UDI), la colectividad derechista que colaboró más estrechamente con la dictadura que se prolongó por casi 17 años (1973-1990). En su opinión, la división que se aprecia en el país y que se acrecienta en estas fechas se debe "probablemente, (a que) no están todas las heridas cerradas".
El reconocimiento de Larraín sobre lo que fue el régimen castrense no es el mayoritario en su sector, ya que todavía hay muchos que sostienen que la de Pinochet no fue una "dictadura" ni menos un "golpe" la intervención militar de hace cuarenta años.
La pauta la dio en vida el propio general Pinochet, fallecido el 10 de diciembre de 2006, cuando en declaraciones a medios de comunicación dijo que la suya "no fue una dictadura, sino una dictablanda".
Su gobierno, empero, fue marcado por graves violaciones a los derechos humanos, donde imperaron la tortura y la desaparición y muerte de opositores a su régimen dentro y fuera de Chile.
El tema no ha sido superado. Más todavía cuando el 17 de noviembre de este año se realicen las elecciones presidenciales, en las que asparece como favorita Michelle Bachelet, quien ya gobernó el país entre 2006 y 2010, al frente de la Nueva Mayoría, integrada por socialistas, demócratas cristianos, socialdemócratas y comunistas.
Su principal contendora es la ex ministra del Trabajo, la economista Evelyn Matthei, quien representa a la derechista Alianza por Chile, integrada por la UDI y el Partido Renovación Nacional, la colectividad del presidente conservador Sebastián Piñera.
Ambas representan de algún modo lo que fue el Chile de hace 40 años. Las dos son hijas de generales de la fuerza aérea de Chile, Alberto Bachelet y Fernando Matthei, quienes tuvieron altas responsabilidades en el país.
Alberto Bachelet, un general leal y que colaboró en tareas de gobierno con el presidente Salvador Allende, murió víctima de las torturas a las que fue sometido por sus propios camaradas de armas, mientras que Fernando Matthei llegó a integrar la Junta Militar de Gobierno de Pinochet.
Lunes, 26 de agosto de 2013