El ex púgil correntino se anima a los 40 años contra el mejor de los livianos argentinos, aunque también acepta que su carrera se ha terminado. No mira recortes, extraña a su padre y empezó a dar sus primeros pasos como productor de espectáculos. Todavía espera la revancha contra Javier Álvarez.
Eduardo “Pamperito” Román es un ex boxeador. Hace algunos años que no pelea pero dice - como en sus mejores épocas - que hoy a los 40 puede hacer “un buen combate con el campeón argentino de los livianos”. Luego, vuelve sobre sus pasos, como escondiéndose en el rincón para aguantar los golpes y, jugando con las cuerdas, recapacita y dice “no, yo creo que mejor es dejar a tiempo y dedicarse a otra cosa. Ser útil en otro aspecto de la vida”.
En una extensa charla con diario época, el otrora “crédito local” que ahora se larga como productor de espectáculos para seguir “peleándole” a la vida y no dejarse caer, hizo un repaso por su carrera en la que recordó las luces brillantes de los mejores escenarios y el quiebre en su carrera que le provocó el alejamiento “definitivo” de la esquina de su padre, Don Eduardo Román.
Hoy las canas empiezan a hacerse ver en su cabellera siempre peinada, a pesar de los golpes que supo aguantar dentro del cuadrilátero que nunca pudieron desacomodarla, pero son esas mismas las que le marcan el camino a seguir porque “si bien no tuve educación, el deporte me dio la posibilidad de ir cultivándome”.
Se puso al frente de algunos gimnasios pero prefirió buscar otros horizontes más rentables. Hoy es la cara del que está en la cancha de Alvear, por la calle Vera en pleno barrio Aldana, pero ya dejó a cargo a otros boxeadores.
Pero “Pamperito” no baja la guardia, respira profundo y sale a escena, otra, muy distinta pero tal vez más complicada que las de un ring, porque se trata de hacerle frente a la vida en otra cosa que - antes - no era lo suyo.
¿Cómo empezaste tu carrera?
En mi casa se generó un problema porque no querían que boxee, entonces busqué una opción: arranqué por el kick boxing y una vez que empecé con eso ya no les quedó otra opción que dejarme boxear.
¿Querías ser boxeador o fuiste influenciado por tu padre?
Fue una elección, yo quería ser boxeador. Encontraba resistencia en mi casa por parte de mi familia y por eso no me quedó otra opción que empezar con el kick boxing. Empecé con el profesor Miguel Romero, me llevó a entrenar, participé en un par de torneos y después sí me dediqué a lo que me gustaba: el boxeo; pero el kick boxing me abrió las puertas a un deporte que lo practiqué durante casi 20 años.
¿Cuándo debutaste como amateur?
Con un entrerriano, Javier Ruiz se llama, en el club Juventus, a finales del 93.
¿Y como profesional?
Al poco tiempo. Hice 10 peleas de amateur y como los espectáculos escaseaban - para hacer una pelea me llevaba un año -, entonces, con 10 combates, tomamos la decisión de incursionar en el campo profesional. Empecé de grande, a los 20 años.
¿Tu viejo siempre estuvo en el rincón?
Al principio no estaba mi padre en el rincón porque en mi casa no querían saber nada. Me acompañaba otro muchacho que fue boxeador como el “Zurdo” Sosa, iba alternando con “Torito” Navarro, me daban una mano con el aprendizaje y el acompañamiento en la esquina. Mi padre llegó después, no pudo esquivar.
¿Cómo considerás que te fue en el campo profesional?
Terminé con un buen récord, a pesar de estar retirado hace cuatro años me siguen llegando ofertas de peleas: hace poco me llegó una de Australia, lo que pasa es que es un récord que se puede explotar, califica para pelear con un campeón del mundo.
¿Cuál es tu récord?
Tengo cerca de cincuenta peleas y perdí cuatro como profesional, con campeones del mundo: con Javier Álvarez, por puntos; con Ricardo “Kojak” Silva; con Brunet Zamora; y con Daniel Brizuela, que fue la última, y con el que perdí por puntos. Perdí con gente que tiene su jerarquía.
Con Silva eran especiales esos combates…
Claro, porque venía ganándoles a todos, después se vino acá y me ganó ajustadamente la primera. Él tenía 32 años, 1.82 metro, era muy complicado, pero hicimos la revancha en Buenos Aires y ahí le gané por puntos, de la misma manera. No hacíamos buenas peleas, eran deslucidas porque los dos éramos calculadores. Lo mío era especular, embarrar la cancha. No está dentro de los estilos que más gusta dentro del boxeo. Tenía grandes diferencias con Julio Ernesto Vila, relator de TyC Sports, justamente por eso, porque en el boxeo tenemos los pegadores - que son los que más gustan -, después los que van al choque los peleadores, los estilistas; y en el último lugar los obstructores, que ahí encajaba yo, que son los raros para pelear y ahí nos encontramos con el “Kojak”. Acá recuerdo que me ganó por medio punto.
¿Qué recuerdos tenés de las veladas en el casino?
Fue inolvidable la época del casino. Me cuesta mucho ver fotos, recortes, porque me trae recuerdos y me afecta de manera diferente. Extraño mucho la etapa de boxeador, sobre todo porque siento que todavía puedo, nada más que prefiero dejar yo al boxeo antes que me deje a mí.
¿Te animás todavía a boxear?
Tengo 40 años y creo que todavía puedo. Encima veo los que están en el ranking y me adapto perfectamente, puedo hacerle buena pelea a cualquiera.
¿Y a quién le ganarías hoy?
Yo puedo pelear tranquilamente con el campeón argentino y estaríamos ahí. Sin dudas, sin ningún tipo de jactancia, nada más que soy consciente que tengo experiencia; y mi principal virtud fue siempre la de no caerme fácil: no pego, no soy noqueador ni nada, pero termino complicando al rival. Pero… no, yo creo que mejor es dejar a tiempo y dedicarse a otra cosa, ser útil en otro aspecto de la vida.
¿Fuiste inteligente a la hora de planificar tu carrera?
Gracias a Dios tuve la posibilidad de manejarme bien y acá estoy, con nuevos proyectos, nuevas cosas, estoy agradecido al boxeo, es una etapa que extraño muchísimo, pero hay que seguir mirando hacia adelante.
¿Cuál fue el punto más alto y el más complicado de tu carrera?
Entre 1998 y 2003 estuve entre los primeros, me llamaban todos los días de TyC Sports, de Space, para firmar contratos, para ir al exterior; y el peor momento fue cuando falleció mi viejo que estuve un año retirado y eso me perjudicó porque me sacaron del ranking, tuve que remontar otra vez una carrera. Estábamos todo el día juntos, y ese fue el peor momento, me perjudicó mucho. Hoy lo recordamos con mucha alegría, pasó el tiempo y lo recuerdo así.
Eso marcó un quiebre en tu carrera, e hizo que te toque organizar todo a vos…
Dejé un año, después me recuperé y me puse a organizar. Yo organizaba las sillas, estaba en el sonido, colgaba las banderas, organizaba las peleas y salía a buscar publicidad. Me ponía la ropa de entrenamiento y me iba por avenida Independencia -donde había una concesionaria que era mi sponsor -, entonces me iba corriendo hasta ahí, entraba todo transpirado, pedía sponsor y venía corriendo otra vez: entrenaba y buscaba publicidad a la vez.
Has estado en las primeras planas, y de un día para el otro eso se acabó. ¿Qué te queda en el balance de tu profesión?
En el balance me queda que en todo este tiempo hice muchos amigos. Lo que mucha gente consigue con plata yo lo conseguí a través de mi deporte que es el respeto y la consideración de la gente, el cariño. Y me quedó eso, y me quedó la posibilidad de seguir trabajando en otras cosas como ahora que estamos con el tema de Hernán Piquín que vuelve a Corrientes. Me dejó vivencias, pude cultivarme a través del deporte - no tuve la posibilidad de estudiar - conocí lugares, gente y gracias a Dios creo que el balance es positivo.
¿Cómo está el boxeo en Corrientes?
En Capital no está pasando un buen momento. Hace poco tiempo consagramos un campeón, un correntino del interior, de apellido Sena. Un muchacho que pega muy fuerte, ganó hace quince días el título latino y se perfila como figura. La intención es traerlo, presentarlo al público correntino enfrentando a un chaqueño que también es campeón (Víctor Velázquez), y va a ser un choque entre dos pegadores. Vamos a ver si podemos reflotar el boxeo en Corrientes.
No hay muchos espectáculos en Capital pero sí en el interior. ¿Cómo están trabajando allí?
Hay gente que tiene muchas ganas de trabajar, ganas de organizar, muy buena voluntad, pero no hay que apartarse del reglamento porque el boxeo es un deporte de contacto y si pasa algo nadie se hace responsable después. Tenemos que hacer las cosas como corresponde. Los boxeadores tienen que tener los estudios médicos, sé de boxeadores que no se los hacen hace dos o tres años y están peleando, y eso es un riesgo. El boxeador tiene que hacerse su licencia cada seis meses, en principio, para contar con la seguridad de que ese hombre puede subir al ring. Por ahí pasa que no se respeta esa parte y es muy peligroso. Hay que moverse dentro del reglamento, tomar los recaudos.
¿Qué estás haciendo ahora?
Ya veníamos haciendo algunas cositas como productor, con algunos musicales, comencé en 2007, pero a este nivel es la primera vez. Empezamos con “Hernán Piquín es Freddy”, con una de las mejores obras que hay en Argentina. Un espectáculo de primer nivel. Es una buena oportunidad para aquellos que se quedaron afuera el otro día, esta vez se hace en el teatro.
Lunes, 29 de julio de 2013