La crisis política se agravó aún más cuando el premier egipcio ratificó sus medidas más polémicas, tras lo cual miles de exaltados opositores atacaron sedes de su movimiento islamista en El Cairo y se enfrentaron con fuerzas de seguridad.En un discurso televisado, Mursi lamentó la muerte de seis personas en enfrentamientos librados el miércoles en El Cairo por partidarios de su gobierno y opositores que le exigen revocar un decreto por el que amplió sus poderes y cajonear una nueva Constitución que este mes será sometida a referendo.El mandatario dijo que apoya el derecho a la protesta pacífica, pero agregó que hubo gente pagada para fomentar desórdenes y que entre 80 personas detenidas por "actos violentos" hay mercenarios y seguidores del antiguo régimen de su antecesor, Hosni Mubarak, derrocado en una revuelta popular a principios del año pasado.
Mursi dijo que no derogará el decreto por el que se puso por encima del Poder Judicial y que el referendo constitucional se celebrará en la fecha prevista del 15 de diciembre, aunque ofreció un diálogo nacional con figuras de la oposición y con jueces el próximo sábado para discutir estas y otras disputas.
De inmediato, la oposición reaccionó airadamente al discurso, y, ya entrada la noche, una turba de unas 3.500 personas atacó la sede central de su movimiento Hemandad Musulmana en el este de El Cairo y destruyó ventanales y mobiliario, informó la agencia de noticias estatal Mena.
Asimismo, grupos de exaltados incendiaron la oficina del Partido Libertad y Justicia (PLJ), brazo político de la Hermandad, en el sur de la capital, y asaltaron otra sede del PLJ en el barrio cairota de Kit Kat, de la que sustrajeron sus bienes, informó por su parte la agencia de noticias Efe.
Cerca del Palacio Presidencial, escenario de los mortales choques de ayer, miles de opositores concentrados en el lugar intentaron romper un cordón militar establecido para proteger el edificio.
Los actos de vandalismo cerraron un día en que tanques y carros del Ejército egipcio tomaron los alrededores del Palacio Presidencial para impedir que continuasen los sangrientos choques entre partidarios y detractores de Mursi.
La Guardia Republicana, cuerpo de elite de las Fuerzas Armadas, impuso un toque de queda no declarado desde las 15.00 hora local (13.00 GMT) en torno a la sede presidencial y prohibió las manifestaciones.
El Ejército, en un papel de interposición similar al que adoptó durante la revolución contra Mubarak, consiguió en un primer momento rebajar la tensión reinante, que dio paso a una atmósfera más relajada.
Entre los miles de manifestantes había destacados dirigentes políticos de la oposición, como el excandidato presidencial Jaled Ali, que declaró a Efe que para que exista un diálogo nacional, Mursi tiene que dar marcha atrás en sus polémicas decisiones.
"La democracia se consigue con la fuerza, no es algo que se regale. Cuando Mursi sepa que imponer una dictadura le sale muy caro, dará marcha atrás", aseguró este abogado izquierdista.
La nueva Constitución fue aprobada a las apuradas el viernes pasado por una Asamblea Constituyente dominada por islamistas y sin la participación de la oposición laica y cristiana, que afirma que el texto podría restringir derechos de las mujeres, de minorías y otras libertades civiles.
A los pedidos de la oposición por los poderes de Mursi y la Constitución se sumó hoy la institución islámica de Al Azhar, la más importante del mundo musulmán sunnita, que pidió a Mursi que suspenda la controvertida declaración constitucional y abra un diálogo nacional.
Ese llamado a la unidad vino también del guía espiritual de los Hermandad Musulmana, Mohamed Badia, quien reclamó que los egipcios se unan "para construir la nación y hacer que los intereses supremos venzan a los personales".
Sin embargo, poco antes del discurso, la oposición no islamista, unida en el "Frente de Salvación Nacional", dijo que se cerraron las puertas para negociar con la Presidencia ante la falta de respuesta de Mursi y "el derramamiento de sangre" ante el Palacio Presidencial, y convocaron una gran manifestación para este viernes.
En su discurso, Mursi dijo que si el pueblo rechaza la Constitución en el referendo, formará una nueva Asamblea Constituyente para elaborar una nueva Carta Magna.
Asimismo, Mursi ofreció renunciar al artículo 6 de su polémica declaración constitucional, promulgada hace dos semanas, "si el diálogo con las fuerzas políticas así lo decide".
Ese artículo dice que "el presidente, en caso de amenaza a la revolución, a la unidad nacional o a la seguridad de la nación, podrá tomar todas las medidas que vea necesarias para hacer frente a esa amenaza", aunque Mursi no hizo alusión a los otros artículos del decreto, como el que blinda sus poderes ante la Justicia.
El miércoles, cuatro asesores de Mursi renunciaron a sus cargos en protesta por el manejo de la crisis, y sumados a otros dos que hicieron lo propio la semana pasada, el mandatario ya perdió a seis de sus 17 asesores.
Viernes, 7 de diciembre de 2012