Luego de la tragedia que el jueves enlutó a toda la sociedad correntina y que dejó a ocho familias destrozadas, los restos de los obreros que murieron en la obra en construcción al caer al vacío desde el séptimo piso, fueron velados e inhumados ayer en distintos puntos de la ciudad.
Muestras de dolor, impotencia e indignación se sucedieron a lo largo de toda la jornada en dos salas velatorias ubicadas una por avenida Ferre al 2400 y otra por avenida Independencia. Mientras que también en el hogar de uno de los fallecidos, en el barrio Unión; familiares, amigos, vecinos y compañeros de Pablo Medina (22) no encontraron consuelo a lo ocurrido.
“No tengo palabras, sepan respetar nuestro dolor”, fue la única frase que época pudo obtener de uno de los hermanos del joven que perdió su vida inesperadamente. Con lágrimas en sus ojos admitió sentirse muy acongojado al igual que sus siete hermanos que intentaron dar fuerzas a su mamá que no se alejó del cajón de su hijo por ningún momento.
Los restos de éste al igual que los de Wiliam Arnaldo Valenzuela (32), Jorge Acevedo (38), Eduardo Acevedo (19), Diego Hernán Rodríguez (25), Ramón Zacarías (49), Marcos Gonzáles (28) y Enrique Sosa (23) fueron inhumados en horas de la tarde en distintos camposantos locales acompañados por un fuerte reclamo de justicia y pedido por mayor seguridad para todos los trabajadores de la construcción.
Muchos no quisieron hablar y prefirieron el silencio. Mientras que algunos compañeros de trabajo de las víctimas admitieron sobre el mal desempeño que las empresas tienen para con sus empleados y acentuaron que “algo así se veía venir pero nadie hacía ni hace nada”.
Entre los familiares admitieron que sus hijos, hermanos o esposos trabajaban en condiciones muy precarias y que incluso en varias oportunidades tuvieron algún inconveniente mientras levantaban la edificación.
“Estaban completamente inseguros, nadie se preocupó por ellos y los dejaron morir”, sentenció María Rosa, la mamá de Diego Rodríguez en medio de una crisis de nervios y profundo pesar mientras abrazaba a su hijo en el ataúd.
El dolor de una madre que ahora exige justicia y a la que ya nadie podrá devolverle a su hijo con vida pero que al igual que todas las demás dijo que no parará “hasta que paguen los culpables”.
Sábado, 24 de marzo de 2012