Sin cercos para la tradición, la visita de un contingente de turistas y el compás de bailarines y músicos nutrieron la tercera jornada de la bailanta de Puente Pexoa. Ricardo Colombi ratificó las diez lunas para enero de 2013.
Los bailarines no cejaron ante el calor y se animaron a dar unos pasos bajo un toldo celeste y blanco.
El chamamé es de todos y de nadie. Por ejemplo, una estrofa de Mario Bofill interpretada por un grupo brasileño no colisiona contra la arquitectura del autor, simplemente fluye, en un desbordado anfiteatro ubicado en la Capital de la provincia. Lo más curioso de la música es que no nace de un instrumento, sino que éste se convierte en un amplificador del pensamiento del hombre, de lo que surca por su sangre, del fervor popular.
El poeta reproduce las voces que conviven en su interior pero cuyas raíces se gestan en el afuera. Así, un acordeón o una guitarra se nutren del imaginario social, de la expresión de un pueblo. Así, el poeta y su arte se transforman en individualidad y generalidad.
Y en Puente Pexoa, a 17 kilómetros de la Capital, también se redescubre esa expresión popular. Más de 20 conjuntos se suben al escenario cada fin de semana en la Bailanta Chamamecera que desde hace cinco años abre tranqueras a las 10 y continúa a lo largo de la tarde, en el marco de la Fiesta Nacional del Chamamé. Ayer se desarrolló la tercera jornada.
Al aire libre, no hay cercos para la ejecución de la tradición, entre danza, sonido y sapucay, la gente dio vitalidad al puente, cuyo río no es más que un hilo, lugar donde abundó el calor y la polvareda del zapateo que se escapó del césped.
“Tenemos músicos que animan las fiestas patronales y las bailantas en los pueblos. Es una forma de recuperar lo popular”, describió a El Litoral la naturaleza de la fiesta, el intendente de Riachuelo, Martín Jetter. Así, la nómina de artistas estuvo conformada por Brisas Mercedeñas, Carolina Maidana y sus Yaguareté, Mario Soto, José Aquino y sus Reyes, Nuevo Horizonte, Pedrito Cocomarola, entre otros.
Unas seis mil personas arribaron a Puente Pexoa el fin de semana pasado y para éste las expectativas se mantuvieron elevadas. Aunque el calor menguó la concurrencia en horas del mediodía. Bajo un toldo celeste y blanco, una decena de parejas se animaron al compás. Los que llegaron y de lejos, fueron turistas brasileños. Recorrieron más de 1.100 kilómetros para conocer “la Capital Mundial del Chamamé”, según contó a El Litoral Vilmar Benites, quien por primera vez visitó Corrientes y ya experimentó cuatro lunas chamameceras en el Cocomarola.
Benites integra un contingente de 115 brasileños que arribaron a causa de la fiesta que forma parte de un paquete turístico en Matto Grosso Do Sul. Hace cuatro años que Aparecido Justiniano ofrece sus servicios y con esta modalidad más de 300 personas visitaron la provincia. Docente de profesión, comentó a este diario que promueven el chamamé en las escuelas.
La fascinación por los sonidos locales data de 1800, cuando brasileños comercializaban yerba mate con paraguayos y correntinos. La música se introdujo hasta el corazón de Matto Grosso Do Sul, logrando una integración entre naciones vecinas, y actualmente en el interior del Estado se busca rescatar la cultura, apuntando a los más jóvenes, indicó a este medio Tania Marchins Cerveira. “A diferencia del fútbol que nos separa, el chamamé nos une”, expresó sonriente en medio de un quincho acondicionado para recibir a los turistas.
Sorpresa oficial
Cerca de las 13 el gobernador Ricardo Colombi ingresó a la bailanta ataviado con un sombrero, camisa clara y bermuda. De buen humor, saludó a los presentes, no sólo al público, sino también al intendente y al presidente del Instituto de Cultura, Gabriel Romero, que se encontraba desde temprano en el predio.
“La fiesta es un espectáculo que se va consolidando en la provincia”, dijo el mandatario a El Litoral, luego ratificó: “Vamos por otra noche más. El año que viene serán diez lunas chamameceras”. Luego dio un paseo en un sulky que integra una exposición de carruajes antiguos. Estos fueron traídos desde Entre Ríos y tienen entre 100 y 130 años. “Eran utilizados como ambulancias. Cuando llovía se colocaba una carpa y un colchón para el enfermo”, contó a este diario el propietario de los carros, Misael Fraschia, quien puso a disposición de la Comuna de Riachuelo seis de los doce carruajes de su colección para recorridos gratuitos en el camping. Más adelante el mandatario se animó a un bailecito con los acordes de Pedrito Cocomarola. “Arrastrando Espuelas” sonaba en el aire.
Lunes, 23 de enero de 2012